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El repunte en los cultivos de coca: el retorno de una pesadilla

José Miguel de La Calle
13 de julio de 2015 - 04:58 a. m.

El censo de la ONU, recientemente divulgado por los medios de comunicación, revela un incremento del 44% en el numero de hectáreas cultivadas de coca en el país.

Luego de una leve tendencia a la baja de varios años en los que el área cultivada se mantuvo alrededor de 48.000 hectáreas, la cifra se disparó de forma alarmante para llegar a 69.000 hectáreas.

No se ha dejado en claro qué tanto incidió en dicho incremento la reciente medida de suspensión de la aspersión aérea con glifosato, como mecanismo principal de erradicación de los cultivos ilícitos, pero lo que sí es previsible es que hacia el futuro esa decisión reduzca aún más la capacidad del Gobierno para hacer frente al problema de la coca, lo que posiblemente implicará, desafortunadamente, que el área cultivada siga en aumento.

El informe muestra otros aspectos muy preocupantes, además del hecho mismo del aumento del área cultivada y de la producción anual, tales como el cambio de estrategia de los grupos compradores y el reacomodo del “modelo de negocio” en la cadena productiva, lo que ha permitido que un mayor número de familias campesinas se involucren de nuevo en esta actividad, tomando inclusive un rol más conveniente para dichas familias que se limita a la comercialización directa de la hoja de coca, sin que se vean obligadas a procesarla.

Es realmente muy desesperanzador que un país que ha sufrido -como ningún otro en el planeta entero-, consecuencias muy dolorosas para su sociedad derivadas del narcotráfico, vea de nuevo florecer este negocio en las narices del gobierno y de toda la sociedad.

La cocaína es la madre de todos los males del país, como no cabe duda alguna. Acabó con la vida de Luis Carlos Galán, Rodrigo Lara, Guillermo Cano y otros miles de políticos, periodistas, policías, soldados y campesinos. Ha sido la principal fuente de financiación de todos los grupos violentos desde los 80’s, sin excepción. Fue el veneno que socavó de forma extendida la base de los valores morales de la sociedad, destruyendo casi toda una generación de colombianos que se dejaron llevar por la cultura del dinero fácil, lo que casi arrasa al menos dos ciudades.

El dinero de la coca ha sido factor clave para la propagación de la corrupción pública y privada, mal del que no nos hemos podido librar. El dinero de las drogas ha cooptado prácticamente todos los estamentos de la sociedad (futbol, negocios, compra de tierras, etc.), siendo lo más grave la manera como se enraizó en todo el sistema político regional y nacional, lo que derruyó las instituciones con tal profundidad que dejó al país como un estado fallido, por más de dos décadas. Con igual o más gravedad, hay que recordar que el narcotráfico permeó (y lo sigue haciendo), la joya de la corona de cualquier estado democrático de derecho, el sistema judicial, terreno en el que ha hecho valer sus intereses comprando testigos, y amedrentando o comprando jueces y magistrados.

Es increíble que un país que ha vivido su peor pesadilla a causa del cultivo y el tráfico de cocaína, no haya aprendido la lección fundamental de nunca dar un paso atrás en la lucha contra este mal y no descansar hasta erradicar por completo hasta la última mata de coca.

A nadie parece alarmarle lo suficiente el hecho de que las 25.000 hectáreas adicionales que se sembraron el año anterior, van a significar un incremento en la producción anual de 290 a 442 toneladas métricas, lo que eleva las ganancias de cultivadores y traficantes de 1.3 a 2.05 billones anuales.

En igual sentido, a nadie parece alarmarle lo suficiente el hecho de que a las arcas de los narcos y los grupos armados ilegales llegará para el año 2016 una cifra superior a los 700 mil millones de pesos adicionales, dinero con el que históricamente no venían contando y que servirá seguramente para financiar nuevas actividades terroristas.

Parecemos estar olvidando que cuando el país llegó a tener 160.000 hectáreas sembradas, teníamos la tasa de homicidios por cada cien mil habitantes más alta del mundo y convivíamos a diario con la zozobra de las bombas en las ciudades.
 

 

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