¿El retorno de las Camisas Negras?

Mauricio Botero Caicedo
02 de febrero de 2020 - 05:00 a. m.

Las autoridades tienen videos de cómo, en plenas movilizaciones, encapuchados recibieron dinero e instrucciones desde varios vehículos. Según los medios, “por lo menos cinco personas ya fueron capturadas y un informe de inteligencia revelaría que hay interceptaciones, movimientos bancarios e información de fuentes humanas que dan cuenta de que grupos armados residuales y el Eln estarían pagando para generar desmanes durante las protestas sociales”. Pero no solo el Eln está en plan de echarle gasolina al fuego. Mauricio Vargas, en una excelente columna en El Tiempo (17/01/20), afirma: “La tercera vía de Petro es la insurreccional. Reitero: no es una insurrección armada, sino un levantamiento popular con momentos de violencia que termine derribando al Gobierno, como tantas veces ha ocurrido en otras latitudes… La apuesta petrista pasa por aprovechar que, en medio de las protestas, grupos de encapuchados y personajes como la tristemente célebre Epa Colombia destruyan estaciones de Transmilenio, vitrinas comerciales, sucursales bancarias y edificios públicos. Incluye hacer colapsar el sistema de transporte con la toma de estaciones y el bloqueo de avenidas”.

Las redes de apoyo al terrorismo tienen un largo historial. Mussolini organizó a las Camisas Negras como el instrumento de acción violenta por parte de su movimiento fascista. Los integrantes de las Camisas Negras, que no vacilaban en utilizar la intimidación y el asesinato contra sus oponentes, incluían delincuentes y oportunistas en busca de dinero fácil. Remedando al italiano, Hitler formó la Sturmabteilung (SA), también conocida como las Camisas Pardas por el color de su uniforme. Su función era casi idéntica a la de las Camisas Negras de Mussolini: imponer el terror a los adversarios políticos. Pero en realidad, tanto Mussolini como Hitler se inspiraron en los comunistas soviéticos. La revista Semana, en su edición del 14 de octubre del 2017, relata: “Como dijo a esta revista Sean McMeekin, profesor de Historia de la Universidad de Bard y autor de The Russian Revolution, A New History, “el fascismo y el nazismo surgieron como reacción al comunismo, y no solo en un sentido negativo. Mussolini tomó la estética de las Camisas Negras de las chaquetas bomber de los agentes de la Checa (policía secreta soviética) y Hitler copió los campos de concentración soviéticos. Sin olvidar que la Segunda Guerra Mundial fue una consecuencia directa del pacto que el segundo y Stalin firmaron en 1939”. Hitler, Mussolini y Stalin compartían una misma visión: el colectivismo de Estado, la economía planificada y la lucha de clases.

El legítimo derecho a la protesta, como lo ha recalcado en varias ocasiones Germán Vargas Lleras, no puede imponerse sobre los también derechos constitucionales al trabajo, la movilidad, la educación, la salud, la producción y, sobre todo, la tranquilidad y el orden al que tenemos derecho la inmensa mayoría de colombianos que no estamos marchando en las calles. Faltaba más que nos dejáramos imponer un nuevo modelo económico y social por parte de los fascistas de izquierda.

Apostilla. Reza la sabiduría popular que un alma sensible no debería darse cuenta de cómo se elaboran las leyes y las salchichas. Pero después de leer el último artículo de Vicky Dávila en Semana (27/01/20), un ciudadano de recto proceder no debe tampoco enterarse de la nauseabunda forma como se elige al procurador.

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