Así como el siglo XIX fue dominado por Europa y el XX por EE. UU., muchos analistas coinciden en que el XXI comenzó en el año 2020 y será el siglo de Asia, liderado por China e India. Los asiáticos —con un 61,8 % de la población mundial vs. 7,7 % de Norteamérica (NA) y 8,2 % de la Unión Europea (UE), y con un 37 % del PIB mundial vs. 28,9 % de NA y 23,9 % de la UE— son hoy claramente los líderes. Según McKinsey, para el 2040 más del 50 % del PIB mundial será asiático, pues 11 países crecieron a tasas superiores al 5 % anual en los últimos 20 años. En poco tiempo más de la mitad de la clase media mundial será asiática, con más de 3 billones de personas que no son chinas. Esto lleva a los analistas a hablar de cuatro Asias: la primera es China; la segunda es la liderada por Japón, que incluye a Corea, Taiwán, Singapur, Nueva Zelanda y Australia; la tercera es Asia emergente, con nuevos tigres como Vietnam, Malasia, Indonesia y Filipinas; finalmente, el Asia fronteriza, donde están India y algunos más.
Es un continente que ha desarrollado su sistema de integración comercial no solo con la iniciativa china BELT AND ROAD, sino con tratados regionales de comercio impulsados por el portazo que dio EE. UU. al Acuerdo Asia-Pacífico, y más del 60 % del comercio es intrarregional, cada vez más en monedas diferentes al dólar. Es largo enumerar la cantidad de temas como tecnología, innovación, turismo e industria donde ya son líderes.
En este panorama, ¿Colombia qué? Con un excelente TLC con EE. UU., más otro de gran potencial con la UE, tenemos la oportunidad de ser los líderes de la región del norte de Suramérica, Centroamérica y el Caribe, aprovechando la excelente condición geográfica para que compañías chinas, estadounidenses (en un nearshoring) y europeas monten plantas de manufactura y de redistribución para atender desde nuestro país los mercados de Norteamérica y Europa. La agudización de la guerra comercial EE. UU.-China sumada al aumento en los salarios chinos hacen que ciertas producciones se estén moviendo a otros países como Tailandia, Malasia, Vietnam e Indonesia. Colombia tiene que aprovechar esta situación para atraer empresas que tengan como objetivo los mercados europeo y norteamericano.
Para lograrlo es imperativo promover una activa reindustrialización en múltiples frentes a través de las Regiones Estratégicas de Internacionalización Prioritaria (REIP) en el Caribe, Pacífico y ciudades mediterráneas; facilitar la adquisición de terrenos de bajo costo y/o arrendamientos de largo plazo para hacer competitiva la inversión; modernizar el Plan Vallejo, bajando de meses a días los tiempos de tramitación, reduciendo los compromisos de exportación y evitando listas restrictivas, para hacerlo tan competitivo como el Inmex de México. Adicionalmente, debemos tener órganos permanentes de concertación con el sector privado liderados por Mincit, orientados a facilitar el comercio. Es urgente sistematizar la aduana en procedimientos y estándares internacionales. Ningún inversionista de largo plazo aguanta los constantes cambios de Colombia en las reglas de juego tributarias, requiriéndose entonces una nueva versión de los contratos de estabilidad jurídica. Además, hay que trabajar en mecanismos de acumulación de origen, especialmente con los países de la Alianza del Pacífico. La tarea es larga, pero vale la pena reorientar esfuerzos y centrar más nuestro desarrollo enfocado en Asia.