Los colombianos nos quejamos frecuentemente de la calidad de nuestros gobernantes. Decimos que son inexpertos, están mal rodeados y no tienen ideas claras. Sin embargo, cada vez que hay nuevas elecciones no votamos por quienes tienen la mejor hoja de vida y las mejores propuestas. La situación de Bogotá es aún más compleja, pues tiene un potencial electoral de más de 5’846.423 de votos que resulta esencial para llegar a la Presidencia y por ello muchos políticos que han llegado al cargo piensan más en una candidatura presidencial que en la Alcaldía. Así sucedió con Petro y con candidatos que ya están anunciando apoyos presidenciales sin ni siquiera llegar al cargo.
Esta situación ha generado un inmenso problema, pues los debates se han centrado en temas nacionales que un alcalde no puede resolver y no en la escogencia de la persona más preparada que tenga las mejores propuestas. Al final, la disputa se concentra en quienes votan por los representantes de la lucha de clases y del populismo y quienes al temer a esta posición ni revisan las propuestas de los otros candidatos sino que votan por el que vaya mejor en las encuestas, lo cual sucedió en la campaña presidencial de 2018. Los resultados de esa decisión nacional de “voto útil” son tan evidentes que no vale la pena extenderse en ellos, pero sí nos deben hacer reflexionar sobre la verdadera “utilidad” de esa estrategia.
En materia de experiencia, gobernar Bogotá es un reto incalculable. Es una ciudad de más de ocho millones de habitantes y por ello se requiere a la persona que conozca mejor su realidad actual. Miguel Uribe Turbay estuvo siete años seguidos trabajando en la gestión de la ciudad (cuatro como concejal y tres como secretario de Gobierno) y por ello, indiscutiblemente, de los cuatro es el que mejor conoce la ciudad. López trabajó apenas un tiempo en la Alcaldía de Peñalosa (de quien hoy es crítica furibunda).
En materia de propuestas sobre infraestructura la diferencia es clara. Morris insiste en el metro subterráneo, lo cual haría perder los cuatro años ya avanzados. López apoya el metro elevado ya iniciado por Peñalosa, pero al mismo tiempo no construiría vías esenciales para solucionar el embotellamiento de la ciudad como la ALO y otras en el norte. Carlos Fernando Galán y Miguel Uribe apoyan la construcción y ampliación de nuevas vías, pero en eso Uribe le lleva a Galán la ventaja de haber participado en la proyección de muchas de las que ya se están ejecutando, lo cual haría perder menos tiempo a la ciudad en solucionar una situación de tráfico que no da espera.
En materia de seguridad, la gran diferencia está en el manejo del consumo personal de drogas ilícitas. Mientras Claudia López, Hollman Morris y Carlos Fernando Galán permitirían su uso en espacio público salvo en zonas concretas como las aledañas a colegios, Miguel Uribe quiere erradicar el consumo en todas las zonas públicas para evitar que los niños, niñas y jóvenes puedan ingresar en el ciclo de la drogadicción.
Al final, los bogotanos deben decidir si quieren dar un salto al vacío con propuestas que nos hagan volver a las épocas en las que el Polo Democrático o el petrismo gobernaban la ciudad, elegir propuestas interesantes pero que requieren un periodo de acoplamiento que puede tardar años, o construir sobre lo construido eligiendo a la persona que más conoce Bogotá y que puede solucionar urgentemente los problemas de la capital, como Miguel Uribe Turbay. El voto útil no es el que nos digan las encuestas, es el que sea mejor para la ciudad.