La Michelada

El verde es el nuevo negro

Michelle Arévalo Zuleta
24 de mayo de 2018 - 12:11 p. m.

Debo confesar que cuando me preguntó sobre mis vicios, me sobran 4 dedos de la mano para nombrarlos, siempre habrá uno que quizás junto con la comida sea difícil de dejar, pues uno llena  mi estómago de placer  y el otro llena mis armarios de ropa. Ser compradora compulsiva, no es solo un problema para mi bolsillo, sino uno más grave para el medio ambiente, sino lo hago de manera consciente con el mismo.

Un artículo en el Clarín afirmó que la industria textil es la segunda más contaminante del mundo, pues  El 97% de las materias primas utilizadas provienen de materiales no renovables y sólo el 1% de las prendas son recicladas, de hecho la prenda que más contamina y por la que más pelea Greenpeace son los jeans, debido a que la mayoría son teñidos de azul con índigo sintético fijado con un fuerte blanqueador que hace que resulte altamente contaminante.

 Ya sabiendo que su ropa y la mía contaminan y no visualmente, ese es otro tema, contaminan por su material y contaminan por los procesos a los que debe someterse para llegar a ser esa linda chaqueta que compramos, se despertó en mí la preocupación sobre el impacto ambiental que genero con mis hábitos de consumo, y me puse en la tarea de averiguar cómo minimizarlo. En el camino me encontré no solo con una filosofía de consumo responsable, sino con lugares y diseñadores que cada vez más le apuestan a estas alternativas como el Slow fashion, movimiento que  trata de minimizar los niveles de producción de las industrias textiles, mediante la fabricación de productos a través de materiales orgánicos, tendencia que va en aumento en Colombia y para mi fortuna en Bogotá.

Mi primer lugar recomendado, queda en internet,(www.treinder.com) después de dos meses de usar esta pagina puedo decir que me da gusto no solo ir sacando prendas que no uso para hacer feliz a alguien más o recibir dinero extra con cada venta, creo que es más importante  extender el uso de la ropa y  entenderla como  una inversión y no como un elemento con poca vida útil, la concepción de la moda está cambiando, y a aquellas prendas que hemos comprado pero que han acumulado polvo en el armario le hemos encontrado una nueva función, el reciclaje. Cualquiera puede acceder a Treinder, solo deben tener ropa en buen estado que no usen,  inscribirse y subir las mejores fotos de sus prendas,  recibir el dinero en su cuenta o tener una billetera virtual que permite comprar a otras usuarias de esta comunidad que ya cumple un año en Colombia.

A la hora de pensar en moda verde, nuestros primeros aliados  son claramente los diseñadores y la industria, y mientras la industria vuelve masiva esta alternativa, tenemos la suerte de encontrar sitios como  el almacén Diana Gómez  (Calle 69 N° 8-18), una diseñadora  cansada del fast fashion, con la misión de crear conciencia alrededor de lo que la gente usa, diseña ropa para gente común y corriente que busca contribuir un poco con el medio ambiente, a través de prendas cotidianas que incluyan materiales certificados, como el algodón Pima peruano, desde 70 mil pesos obtuve una prenda única que no contamina.

Es claro que no solo busco camisetas básicas que no generen impactos negativos en el medio ambiente, sino también diseños únicos que no me hagan encontrarme con 10 personas más usándolos, y si además apoyamos el producto local tipo exportación es un plus, esa fue mi experiencia en Mercado Negro (Carrera 15 # 84-24 Loc 203), que en realidad es un mercado verde, pues sus prendas para hombre y mujer además de sostenibles, son vintage, aquí es fácil conseguir una chaqueta ochentera o una camisa estampada o para los más arriesgados, camisas de seda, para hacer realidad el sueño de cantante de salsa, pues hay diseños para todos los gustos, el ambiente de la tienda invita a quedarse así sea solo para ver, pues no se encuentran más de dos prendas iguales, desde 50 mil pesos. 

Los materiales, además del proceso por el que pasan las prendas, son  básicos para saber si son sostenibles o eco friendly y en la búsqueda de una marca de este tipo, me encontré con los ponchos de Laura Añez (Calle 186 # 7-69)  , una bogotana que con ayuda de otras tejedoras crea prendas también únicas, ideales para el clima de Bogotá, llenos de color, pasan fácilmente de ruana a chal y luego a bufanda y casi alcanzan a contar una historia cuando te los pones, pues sus estampados evocan la naturaleza, y es que de esta se sacan las fibras naturales producidas responsablemente en Latinoamérica, como la alpaca boliviana y la seda colombiana, sostenibles y como dice ella para toda la vida. Con la técnica de tejido de máquina, una ruana puede costar 300 mil pesos, estas piezas pretenden pasar de generacion en generacion, como casi todos los chals de tía que siempre alguien conserva y duran años. 

La tendencia arrasadora de la moda verde” se ha extendido por todo el mundo, logrando que las marcas replanteen sus estrategias y llevando a los consumidores a cuestionarnos si es necesario comprar tanta ropa solo por la novedad, y también a tener en cuenta las maneras y los materiales en que esas prendas se han creado. Lo importante es que las empresas están tomando conciencia y han comenzado a cambiar sus métodos de producción, lo cierto es que debemos devolverle algo al planeta y estas propuestas seguro son una alternativas reales al alcance de nosotros, no hay un planeta B pero en si un plan B para su ropa, tanto la que ya se tiene como para la que se va a comprar en el futuro.

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