“El viaje”

Alvaro Forero Tascón
06 de noviembre de 2017 - 02:00 a. m.

Está en cartelera la película El viaje, un relato de ficción sobre la culminación del proceso de paz de Irlanda del Norte.

Vale la pena verla, porque reduce la complejidad de décadas de confrontación violenta, y la dificultad de terminarla, a las prevenciones, temores y odios que acumula, pero también muestra que es posible finalizarla mediante el diálogo, porque éste permite comprender las motivaciones de la contraparte y con ello humanizarlas. La película encierra en un viaje corto a los dos jefes de los partidos que durante 30 años protagonizaron el conflicto violento en Irlanda del Norte. Durante la primera parte del trayecto, el líder del Partido Unionista Democrático, Ian Paisley, un pastor, reduce la discusión a los muertos que causaron los nacionalistas católicos, y los llama repetidamente asesinos. Martin McGuinness, jefe del partido Sinn Fein, le responde explicando sus motivaciones, mostrando que tenían origen político y reconociendo el dolor de haber causado tanto daño.

Es inevitable reconocer en el diálogo los argumentos de las Farc y de los opositores al proceso de paz. Los personajes podrían ser Timochenko y su contraparte. Y ahí es donde la película permite entender mejor el proceso de paz colombiano. La diferencia entre los dos procesos es que en el irlandés negociaron y compartieron el poder —como primer ministro y viceprimer ministro— los principales opositores políticos, mientras en el colombiano negociaron y acordaron el Estado y las Farc, porque el mayor opositor político de las Farc no quiso participar. El espectador seguro se pregunta durante la película si Pasley tiene una posición política y personal tanto o más dura frente al enemigo que la del expresidente Álvaro Uribe, ¿no habría llegado también Uribe a un acuerdo con las Farc de haber negociado directamente?

Uribe sí ha incidido en el proceso de paz, en tres etapas: durante la negociación, imponiendo vetos que facilitaron las posturas más duras del Gobierno. Luego del plebiscito, imponiendo casi 50 modificaciones a los acuerdos. Y en la reglamentación de los acuerdos ha logrado endurecer algunas de las condiciones, y ahora está buscando prohibir la participación política de las Farc.

Pero lo ha hecho cuidándose de sacar provecho político. Poco antes del final de la campaña presidencial en 2014, entendió que no podía ganar oponiéndose a la negociación de paz, y timoneó hacia una postura de paz sí, pero sin impunidad. Luego se negó a participar en las negociaciones, pero una vez ganó el No, vio la posibilidad de quedarse con el éxito político de la paz y pidió negociar. Pero las Farc se negaron, como habían hecho tercamente durante el gobierno Uribe.

La película muestra que el principal incentivo de las dos partes para llegar a un acuerdo final fue garantizar su poder obteniendo la paz, así fuera compartiéndolo. Pero para Uribe es al revés. No habiendo podido negociar y obtener los beneficios políticos de lograr un acuerdo, la manera de regresar al poder es oponiéndose a éste. Por eso falta una cuarta etapa, las elecciones. Si no gana, le quedará una quinta para aplicarle a la paz de Santos la “Gran Pausa” que les impuso Eduardo Santos a las reformas de López Pumarejo: las mayorías conservadoras que tendrá el próximo Congreso.

 

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