El zafarrancho con las objeciones

Los señores congresistas deberían ubicarse a la altura de las circunstancias y entender que las seis objeciones a la Ley Estatutaria de la JEP presentadas por el presidente Duque no son un simple capricho, sino algo de elemental razón para resarcir a las víctimas de las Farc, moral y económicamente.

Todo lo que ha venido sucediendo en el Congreso de la República con las seis objeciones a la Ley Estatutaria de la JEP nos da a entender que nos encontramos frente a un Congreso falto de responsabilidad y sensibilidad social con los reinsertados, desplazados y demás víctimas que dejó la violencia guerrillera de las Farc, en sus más de 50 años de lucha armada contra el Estado de derecho.

Los señores congresistas deben entender que el acuerdo firmado en La Habana (Cuba) entre representantes del Gobierno y la guerrilla de las Farc, finalmente protocolizado en noviembre del 2016 entre las partes, dejó un sinnúmero de desaciertos que no concuerdan con la Constitución Política de Colombia, puesto que se violan claros derechos fundamentales, como es el resarcimiento de las víctimas de la violencia guerrillera.

Con el trámite que bochornosamente se ha venido tramitando en el Congreso de la República para oficializar las seis propuestas de objeciones del presidente Duque, le están enviando al país y al exterior un mensaje nada alentador para que el proceso de paz se consolide en aras del bienestar social de todos los colombianos.

Finalmente, ante tanto tire y afloje, después de varios recesos e impedimentos las objeciones fueron sometidas a votación, y vergonzosamente, después de varios intentos, ni el mismo Senado de la República, máxima instancia legislativa, sabe lo que realmente aprobó.

Ante todo, hubo un zafarrancho democrático en la máxima corporación legislativa del país —el Senado de la República—, y después de la última votación donde se obtuvieron 47 votos en contra de las objeciones, ni los mismos padres de la patria saben lo que hicieron, puesto que no han podido entender a la luz de las normas legales vigentes que lo rigen si los 47 votos son suficientes para hundirlas.

Razón por la cual todas las fuerzas políticas concentradas en el Senado de la República no pudieron discernir sobre la viabilidad o inviabilidad de lo que hicieron, por lo tanto, lo han trasladado a la Corte Constitucional para que sea ella la que legalice tan torpe decisión.

¿Qué se esconde detrás de todo esto?, se está preguntando afanosamente el pueblo colombiano. Muchos aseguran que es la falta de mermelada; otros, que obedece a componendas políticas. Sea cual fuere la decisión, debemos tener claro que las seis objeciones presentadas por el presidente Duque sobre la Ley Estatutaria de la JEP están refrendadas muy claramente en el plebiscito mayoritario del No, celebrado en octubre del 2016, donde el pueblo colombiano acudió a las urnas y mayoritariamente obtuvo la victoria, desconocida después por el presidente de entonces, Juan Manuel Santos Calderón.

Qué vergüenza para el país tener que soportar todo un zafarrancho legislativo que esconde en sus entrañas la negativa de muchos congresistas, especialmente de la oposición, a que las víctimas de la violencia guerrillera de las Farc puedan ser resarcidas en sus daños y perjuicios.

Son más de diez millones de compatriotas los que esperan ansiosamente que se les retribuyan y compensen los daños y perjuicios causados por la cruenta guerra que por más de 50 años se libró entre la guerrilla de las Farc y las Fuerzas Armadas de nuestro Estado de derecho.

Esperamos que la Corte Constitucional, en su sabiduría, sepa interpretar para el bien del país el terrible zafarrancho que desde hace días se ha armado en el Congreso de la República; de no aprobarse las seis objeciones a la JEP, muy seguramente vendrán días aciagos para el país y serían muchos los reinsertados y en general damnificados que ingresarían a grupos ilegales, para hacer valer sus derechos.

Que Dios bendiga e ilumine a los honorables magistrados de la honorable Corte Constitucional.

urielos@telmex.net.co