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Elecciones cafeteras para corregir errores

Juan Pablo Ruiz Soto
29 de julio de 2015 - 03:37 a. m.

Estamos a puertas de la elección del o la nueva gerente de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC). Desde el punto de vista del mercado y el medio ambiente, el o la gerente enfrentará grandes retos originados en severos errores de sus antecesores.

Desde los tiempos de Cárdenas Gutiérrez, los directivos decidieron que destruirían el bosque asociado al café para aumentar la productividad por hectárea. El análisis fue simple y errático, pues sólo se evaluó el impacto que esto tendría en la generación de divisas y se desestimaron los impactos negativos, como la pérdida en calidad del grano, la aparición de enfermedades y plagas asociadas al monocultivo, la pérdida de suelos —buena parte de los cafetales están en zonas de alta pendiente que, al perder la cobertura arbórea, se erosionan—, la destrucción de la regulación hídrica, la aparición de temperaturas extremas a las que se exponen las plantas, la pérdida de biodiversidad y la reacción del consumidor frente a un café disociado de los principios de sostenibilidad.

La FNC forzó al campesino productor a destruir el bosque cafetero y el policultivo asociado a su actividad. Los extensionistas del FNC señalaban en sus visitas que los árboles debían ser derribados. “Tumba los árboles que le están dando sombra al café o no hay crédito”, era la amenaza cuando la sapiencia campesina se resistía a tumbar los frutales y maderables que cuidaban y apreciaban en el policultivo asociado al café. Y exigían usar la llamada “Variedad Colombia”, desarrollada para monocultivos a plena exposición.

Resultado: se aumentó el volumen de producción por hectárea, pero se perdió la calidad del grano y la sostenibilidad económica y ambiental. El famoso café colombiano de aroma extraordinario, original de la llamada zona cafetera de suelos volcánicos, perdió sus cualidades. Se buscó mantener la buena imagen mediante el despliegue propagandístico de Juan Valdez, quien recordaba que el café de Colombia era el mejor café del mundo. Simultáneamente se mezclaba el empobrecido café de Antioquia y el Viejo Caldas con el grano tradicional producido en las llamadas zonas marginales de Huila, los Santanderes y la Sierra Nevada de Santa Marta, que, gracias al abandono de la FNC, conservaron su calidad.

El mercado se fue sofisticando y el genérico “Café de Colombia” dejó de ser el mejor del mundo. El café de origen de Costa Rica y otros países, y el de algunos colombianos que desobedecieron a la FNC y no tumbaron sus árboles ni cambiaron de variedad, tomaron su lugar.

La nueva o el nuevo gerente tiene grandes retos para recuperar la calidad del café colombiano y afrontar el cambio climático con suelos frágiles, desnudos y empobrecidos, plantas expuestas a temperaturas extremas, cuencas destruidas y plagas propias de monocultivos.

Hoy el consumidor aprecia el café amigable con el medio ambiente. La herramienta a disposición de la FNC son los resultados del proyecto de Café y Biodiversidad, apoyado por GEF y Naciones Unidas, que evidencia con fundamente científico las bondades del café asociado al bosque.

Recuperar el paisaje cafetero es rentable, genera sostenibilidad y mejores condiciones para competir en el mercado. Estos son retos para el nuevo o la nueva gerente.

 

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