Elecciones de compra y el respeto de las libertades individuales

Columnista invitado EE
03 de enero de 2020 - 05:00 a. m.

Por Luis Felipe Torres *

Estamos acostumbrándonos a conversaciones con posiciones totalmente opuestas y radicales que nos están llevando –quizá de manera involuntaria– a juzgar de manera constante a los otros, estigmatizando, cuestionando, criticando, ridiculizando y rechazando.

Pero la misma sociedad nos está haciendo un llamado. Hay temas en la agenda nacional que deberían invitarnos a sumar, articular, a escuchar y analizar otras propuestas para construir. Uno de ellos, sin duda alguna, es precisamente esa conversación en la que muchos han querido polarizar y satanizar a la contraparte: la nutrición, la obesidad y los hábitos de consumo saludables.

No podemos centralizar este tema, de primer nivel para el país, unificando a todos los seres humanos y a todos los estilos de vida por igual, desconociendo las particularidades individuales. Esto, contrario a aportar a un debate en favor de la salud pública desde un enfoque multidimensional, lo que busca es imponer comportamientos de consumo desde el fortalecimiento de prejuicios (¡Qué gordo está!, ¡Qué mal padre es!, ¡Qué ignorante comerse eso sin saber sus implicaciones!, ¡Yo sí cuido a mis hijos!, ¡Yo no consumo esas porquerías!).

Si queremos contribuir con la promoción de elecciones de compra informadas, debemos generar una conversación que reconozca la diversidad de los seres humanos y sus estilos de vida, respetando y valorando a los consumidores en sus particularidades genéticas, así como sus condiciones económicas y socioculturales. Esto aporta a un debate en favor de la salud pública desde un enfoque multidimensional, sin imponer comportamientos de consumo desde los prejuicios. Debemos construir desde la diversidad.

La pregunta obligada es: más allá de crear esas supremacías de comportamiento de consumo, ¿qué podemos hacer desde la educación? ¿Qué podemos hacer desde la articulación de la academia, el sector privado y el público para mejorar los hábitos de vida de todos? ¿Qué estamos haciendo para empoderar además a otros actores clave como a los tenderos? ¿Cómo, desde la industria, se desarrollan nuevas alternativas para todo tipo de consumidor? ¿Cómo empoderamos a los consumidores desde la información y no con miedo?

Estamos olvidando que la base de esta conversación está en el empoderamiento del consumidor, en una educación que le permita hacer una elección de compra informada y específica de las necesidades propias de cada comprador, de cada familia. Pero, además, de cómo hacemos promoción de estilos de vida saludable, que incluye consumo balanceado de alimentos hasta actividad física para quemar la ingesta calórica.

Ninguno tiene la verdad absoluta. Ninguno es héroe y tampoco villano. Tampoco hay una única solución. Debemos entender a los consumidores –porque no hay solo uno; son varios y hay de todo tipo–, pero, sobre todo, debemos entender que cuando nos ponemos como país la meta de contribuir a una sociedad más saludable, estamos refiriéndonos a un enfoque multifactorial donde el trabajo multisectorial es la clave. Por esa razón, no podemos olvidar que en todas las conversaciones que tengamos como país, por encima está el respeto de las libertades individuales de cada persona.

* Director ejecutivo de la Cámara de la Industria de Bebidas de la ANDI.

 

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