Eln y Venezuela

Arturo Charria
31 de enero de 2019 - 05:00 a. m.

Hay dos elementos que suelen pasar inadvertidos cuando se habla de la presencia del Eln en Venezuela: su proyecto ideológico y la naturaleza de su origen. Basta con hacer un análisis semiótico de algunos detalles del escudo de esta organización para comprender que la presencia de esta guerrilla en Venezuela hace parte de un proyecto más complejo, que se articula con hechos históricos y una coyuntura que permite su expansión de la frontera hacia adentro.

Comencemos por lo obvio: los colores. El escudo del Eln, al igual que su bandera, es de color rojo y negro. Estos colores son tomados de la bandera del M-26 (Movimiento 26 de julio), la guerrilla cubana que el 1° de enero de 1959 derrocó a Fulgencio Batista y marcó el inicio de “la Revolución”. Fascinados por este triunfo, un grupo de jóvenes de Santander viajó a Cuba para recibir entrenamiento militar y regresar al país para instaurar un foco de insurrección.

Pero el Eln no fue la única guerrilla de América Latina en adquirir estos colores inspirados en la Revolución cubana, pues, como si se tratara de una franquicia revolucionaria, en Nicaragua y Chile también se crearon guerrillas apoyadas desde La Habana: el Fsln y el Mir. Estas organizaciones se alineaban con lo que el Che Guevara llamó “foquismo”, teoría que plantea “que es posible que una revolución se extienda y triunfe a partir de un pequeño foco de acciones de guerra de guerrillas sin que sea necesario esperar a que todas las condiciones sean favorables”.

Un segundo elemento que se destaca en el escudo del Eln es el mapa que aparece, pues no es el de Colombia, como se veía en el escudo de las Farc-Ep, sino el mapa de América Latina. Adicionalmente, bajo las tres montañas, que reemplazan el mapa nacional, se lee: Colombia. Aludiendo al lugar en el que se desarrolla la lucha. 

Ahora bien, durante décadas el Eln ha transitado entre la frontera de Colombia y Venezuela. Su presencia ha sido histórica en el Catatumbo y su frente de guerra más poderoso, el Domingo Laín, nació en Arauca en 1980. Este tránsito le ha permitido al Eln encontrar retaguardias estratégicas, así como crear corredores de movilidad y de abastecimiento. Pero en los últimos años su presencia en Venezuela ha sido más visible y se ha dado hacia el interior del país. Hay estados en los que se encargan de la distribución de las cajas de alimentos entregadas por el régimen y también entrenan a las milicias que se preparan para defender la revolución.

Para los “elenos” el ingreso a la guerrilla es la forma superior de lucha y la posibilidad de crear un nuevo foco de insurrección desde Caracas es una oportunidad para elevar su lucha por todo el continente. Esta situación resulta preocupante ante la inestabilidad que actualmente atraviesa Venezuela y el desespero del presidente Maduro, pues éste podría ver en el Eln una opción para mantener la “revolución” a través de una guerra irregular. Incluso, como una forma de hacer frente a los gobiernos de derecha que cercan las fronteras de su país.

La coincidencia entre la inestabilidad que atraviesa Venezuela por la existencia de “dos presidentes” y la ruptura de la mesa de diálogo con el Eln podría hacer que esta situación se acelere. Por eso se debe tener mucha precaución en la manera como se asume desde el Ejecutivo la situación en Venezuela, y también contemplar lo que significaría una guerrilla fortalecida en un escenario de guerra irregular desde el vecino país. Es preocupante que los cerca de 2.000 hombres en armas con que cuenta el Eln se multipliquen, así como el poder militar al que tendrían acceso al convertirse en una de las fuerzas que defiendan lo que queda de la “Revolución bolivariana”.

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