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Elqui y Limarí se disparan

Hugo Sabogal
13 de julio de 2013 - 10:00 p. m.

A comienzos de 2002 estaba sentado en mi oficina de la revista América Economía, en Santiago, cuando recibí una llamada de parte de René Merino, joven médico y emprendedor de distintos proyectos, perteneciente a una importante familia de empresarios locales.

Nos reunimos en un restaurante del pintoresco y bohemio barrio de Bellavista para almorzar. Merino estaba acompañado de otras tres personas, todas comprometidas en un proyecto que parecía demasiado alocado para la época: producir vinos de calidad superior en la región de Limarí —a 400 kilómetros de la capital chilena—, donde antes sólo había grandes explotaciones mineras y algunas fincas dedicadas a la producción de uva de mesa o de Moscatel, variedad utilizada, en su totalidad, para elaborar la versión chilena del Pisco.

Para mitigar mi reacción de sorpresa —pues en esos años Limarí ni siquiera figuraba en el mapa de los vinos chilenos—, Merino ordenó abrir una botella de un Chardonnay y un Syrah jóvenes, para demostrarme que las bebidas procedentes de esa zona no eran “ningunas pintadas en la pared”. Y, en verdad, no estaban mal.

Para convencerme de que Limarí se perfilaba como una denominación de origen para tener en cuenta, Merino me convidó a visitarla. Y les aseguro que sólo fue ir allí para creerle y convencerme de que lo que se traen Elqui y Limarí es una cosa muy seria.

A esas alturas de la geografía chilena, la llamada Cordillera de la Costa —que separa el Pacífico de los valles centrales— ya no existe, y ello permite el ingreso de frías corrientes de aire al territorio continental. Este elemento moderador en lo que a todas luces es un desierto, permite la práctica de una vitivinicultura de tierra fría para lograr vinos de gran empuje.

Al norte de Limarí también está Elqui, zona donde por siglos se han elaborado piscos. Hoy Elqui es, al igual que su vecina Limarí, otra nueva meca para el vino fino chileno. La gran apuesta de Limarí y Elqui está centrada en uvas blancas como Chardonnay, Sauvignon Blanc y Viognier, y en tintas como Syrah, Carménère y Pinot Noir.

Durante gran parte del año, ambas zonas están cubiertas de nubes o neblina mañanera, condiciones que llevan a una maduración lenta de los frutos, lo que se traduce, a su vez, en una riqueza aromática y gustativa sin precedentes. Las otras dos regiones chilenas donde surgen vinos de similar atractivo son Casablanca, en la costa situada al frente de Santiago, y en el Bio Bio, al sur.

Los vinos de Elqui y Limarí tienen la fortaleza de sorprender. Son frescos, altamente aromáticos, con una acidez natural en boca que desborda los sentidos. Este tenor de fácil encanto se combina, además, con suelos alcalinos y pedregosos, que otorgan una sensación mineral de gran impacto, parecida a la que se logra en famosas regiones de Francia, España e Italia.

Desde el momento en que Merino me llevó a Limarí y Elqui, la instalación de nuevas bodegas se ha producido a pasos acelerados. De un par de emprendimientos, se ha pasado a nueve en la primera zona y a trece en la segunda. Lo cierto es que la escasez de fuentes de agua, recurso proveniente de manera exclusiva del deshielo de la Cordillera de los Andes, siempre limitará el ingreso masivo de nuevos jugadores.

Esta situación hace que sea tan caro comprar tierra como adquirir derechos de irrigación. Por lo tanto, no es previsible que se genere una invasión de aventureros, lo que, de plano, otorga a Limarí y Elqui un sensación única de exclusividad. El efecto directo de esta situación redundará, sin duda, en la consagración de Chile como fuente de vinos sorprendentes.

Los nombres a tener en cuenta incluyen a Casa Tamaya, el proyecto familiar de Merino, y a Falernia y Mayu, proyecto proveniente de italianos radicados en Chile. Tampoco falta la presencia de famosas y tradicionales casas chilenas como Concha y Toro, San Pedro, De Martino y Undurraga, cuyos vinos provenientes de allí ya han alcanzado reconocimientos sin paralelos.

La próxima vez que visite un supermercado, un restaurante o una tienda especializada, pregunte por los vinos del Elqui y Limarí, porque le aseguro que nunca se sentirá defraudado. Y si quiere tener una garantía adicional de lo que estas áreas prometen, quizás valga tener en cuenta que Merino llegó a ocupar la presidencia de Viñas de Chile, posición que utilizó para darle a esta tradicional industria un nuevo rumbo hacia el futuro.

 

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