Comunidad y desarrollo

¿Emergencia carcelaria?

Uriel Ortiz Soto
01 de abril de 2020 - 05:00 a. m.

Considero que un plan padrino de descongestión carcelaria, propuesto varias veces por el suscrito columnista, continúa siendo la mejor opción para descongestionar las cárceles.

El proyecto Plan Padrino de Descongestión Carcelaria ha sido publicado por diferentes medios de comunicación, entre ellos El Espectador, debatido y puesto a consideración del Centro de Estudios Colombianos (CEE) y respetables juristas, que lo consideran viable.

Es confiable siempre y cuando la población carcelaria esté censada, de conformidad con la situación jurídica de los reclusos y la valoración de la pena, puesto que en él se excluyen delitos atroces, de lesa humanidad, feminicidios, violación de menores y casos de corrupción en sumo grado, entre otros.

El decreto de emergencia carcelaria, expedido hace unos días con la firma de la señora ministra de Justicia y del señor director del Inpec, me parece que no es suficiente, ni tiene la fuerza de ley requerida para solucionar el grave problema carcelario y penitenciario del país, que lleva décadas con agravantes permanentes.

Considero que se hizo más por presión social, es decir, algo muy a las volandas, para remediar algunos problemas urgentes pero de poca monta, pero no es la solución definitiva.

El vergonzoso hacinamiento carcelario viene de años atrás y son varias las comisiones con presupuestos asignados que se han designado para solucionarlo, sin ningún resultado a la vista.

Hace unos años se trajo una comisión del exterior para que evaluara la situación carcelaria de nuestro país. Considero que fue algo traído de los cabellos y, fuera del enorme presupuesto asignado, no se llegó a ninguna conclusión, ni mucho menos a una solución.

Han sido varias las columnas enviadas por el suscrito a El Espectador y otros medios advirtiendo sobre la gravedad del hacinamiento carcelario y las fatales consecuencias que se podrían presentar, sin que ninguna autoridad competente se hubiera interesado en ellas.

Pero lo más grave es que, mientras subsistan al interior del Inpec 83 sindicatos que se pelean entre sí por las supremacías y prebendas que otorga el Estado para atender a la población carcelaria, el problema continuará igual o peor. La corrupción se asoma por los barrotes de las prisiones, situación que es bien difícil de controlar mientras existan las pugnas entre los mismos sindicatos.

Hemos propuesto en nuestras columnas que se considere el llamado Plan Padrino de Descongestión Carcelaria, que mediante decreto de emergencia podría ser aplicado, permitiendo que los internos con buena conducta en los últimos seis meses entraran a disfrutar de dicha prebenda, bajo la vigilancia de un padrino —pariente o amigo— sin antecedentes judiciales. Se excluirían, repetimos, los casos de delitos atroces, de lesa humanidad, feminicidios, violación de menores y corrupción en sumo grado.

Tuvo que ocurrir una dolorosa catástrofe, con 23 muertos y casi un centenar de heridos, para que tímidamente se expidiera el decreto de emergencia carcelaria que soluciona temporalmente algunos problemas con la libertad de más de 10.000 reclusos de menor peligrosidad, para que terminen de pagar las codenas en sus residencias. Pero la problemática carcelaria de nuestro país continúa igual y con la pandemia del coronavirus puede agravarse, si no se toman los correctivos inmediatos.

Sobre la población carcelaria en nuestro país hemos dicho que no todos los que se encuentran privados de la libertad merecen estarlo, pues cientos de casos ocurren por la morosidad de la justicia o la corrupción de muchos jueces, que actúan en contubernio con abogados delincuentes, especializados en empapelar a inocentes.

Indudablemente, la población carcelaria requiere de un diagnóstico social con el fin de conocer las habilidades de cada uno, pues muchos desearían ocuparse en un oficio en los penales, de conformidad con los programas de rehabilitación y resocialización.

Lamentablemente, solo pocos establecimientos carcelarios disponen de los medios necesarios para poner en marcha microempresas como las que tan buenos resultados están dando en los pocos centros penitenciarios donde funcionan.

urielos@telmex.net.co

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