En el desespero final

Lorenzo Madrigal
04 de junio de 2018 - 02:00 a. m.

No lo puedo creer. Petro ad portas, cual Aníbal en Roma. Nunca imaginé que teniendo a la vista a Venezuela, a Nicaragua, a Bolivia y a otros países cercanos (al Ecuador de Correa, que restringió libertades públicas), haya políticos liberales que, en el desespero de ver llegar a Uribe, piensen o hayan pensado en adherir a Gustavo Petro.

Lo leí, pero no veo que se haya confirmado, que hombres de la talla de Luis Fernando Velasco, destacado senador del trapo rojo (otras veces glorios), o de Juan Fernando Cristo y algunos más, llegaron a deliberar sobre una posible anexión a las huestes socialistas del XXI, ya en estas vísperas de la decisión final, que ocurrirá el 17 de junio.

Entre los que han desmentido cualquier acercamiento de ese tipo espero que esté el senador Velasco y me excuse si lo hizo y yo no me enteré. Cristo ya anunció el voto en blanco. Fuera imposible que dirigentes avezados, al igual que las multitudes intonsas, no miraran el derredor totalitario, no se hubieran percatado del ultraje policial a las juventudes de Caracas y de Managua, de la dura prisión y el humillante silencio a que han sido sometidos líderes tan apreciados como Leopoldo López. ¿Acaso no advirtieron en nuestro país las prácticas inhumanas de la guerrilla, que hoy desmovilizada se funde en silencio con la política de la llamada “Colombia humana”?

¿Son tan ingenuos los líderes de centro como para llegar a pensar que Petro entregaría el poder, pasados cuatro años —o los seis que se piensa decretar— a quien se presente como alternativa democrática, o creen que quien ha sido anarquista iría a respetar leyes anteriores a las que él mismo se dicte, al modo de los dictadores vecinos? Más seguro es imaginar que, llegando al poder por medio de una de estas distintas formas de lucha que pone a su servicio la democracia liberal, procedería luego a ultrajarla y a despreciarla.

***

Se dice por ahí que ante la descalificación que hiciera De la Calle de Duque por ser un joven a quien Uribe le susurra en el hombro, es preferible eso y no alguien a quien le hable al oído un Timochenko o un Maduro. Lo dice la gente por ahí.

El voto en blanco, inútil en segunda vuelta, es salida digna para aquellos a quienes, de una parte, les parece repudiable la derecha que ven representada, curiosamente, en dos figuras del Partido Liberal, y de otra, tampoco quieren comprometerse con la caída de Colombia en el abismo socialista.

Duque muestra conocimiento de los temas y responde cuestionamientos radiales serenamente, como dueño de una afinada personalidad pública. Otros empezaron de igual manera, siendo señalados por otro. Santos por el mismo Uribe, Ospina por Laureano, Pastrana por Carlos Lleras, Gaviria por Juan Manuel Galán. Nada hay nuevo bajo el sol.

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