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En homenaje a Guillermo Cano y policías

Columnista invitado EE
20 de agosto de 2012 - 11:00 p. m.

PARTICIPÉ EN LA PERSECUCIÓN DE Pablo Escobar, en la propia área de combate.

Tengo en mi poder varias de sus cartas amenazantes contra mi vida; algunas copias se encuentran en el museo de la DEA en Estados Unidos. Así que tengo la autoridad moral para unirme al homenaje que ustedes rinden a Guillermo Cano: honor y gloria a su memoria. En sus editoriales siempre defendió la acción policial y mostró la verdadera cara del narcotráfico. Este mensaje continúa vigente en nuestros corazones y guía el accionar policial. Siempre que lo llamaba para felicitarlo por sus editoriales me animaba a seguir adelante. Jamás podré olvidar sus mensajes. Me llegaban al corazón.

El patrón del mal pagaba millones de pesos a quien le quitara la vida al policía de cualquier esquina, de cualquier barrio.

En este combate con el narcotráfico han caído miles de policías, dejando tras de sí viudas y huérfanos y un gran vacío institucional. ¿Qué tal un Pablo Escobar vivo, los Rodríguez Orejuela liderando el cartel de Cali? ¿Dónde estaría Colombia? Sin dudarlo, seríamos un Estado fallido. Al valor y la constancia de don Guillermo Cano y a nuestro heroísmo, el de los policías valientes, se debe que Colombia no fuera catalogado como un narcoestado.

El anuncio del zar antidrogas de Estados Unidos respecto a que los cultivos ilegales bajaron un 17% y que la producción de cocaína se redujo en un 25%, considerando que ahora no ocupamos el deshonroso primer puesto en producción de estupefacientes, constituye el mayor reconocimiento al sacrificio de don Guillermo Cano y al heroísmo de mis policías, que por muchos años siguen en el combate contra el crimen organizado, aun a costa de sus propias vidas.

A su memoria, don Guillermo Cano, mi consejero en momentos difíciles; puedo señalarle que sus mensajes en sus editoriales contra el narcotráfico y su sacrificio no fueron estériles.

Sus editoriales lograron que los gobiernos de turno adoptaran medidas drásticas para enfrentar el crimen organizado. Mis policías siempre estuvieron atentos a sus mensajes, que infundían ánimo y valor, para seguir combatiendo, no sólo el narcotráfico, sino todas las manifestaciones delictivas. Su legado de valor y heroísmo seguirá latente y vigente en nuestros corazones.

 

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