En la cuerda floja

Hernán Peláez Restrepo
19 de junio de 2018 - 09:00 p. m.

La deducción es fácil. Tanto nuestra selección como la de Polonia, perdedoras ambas en la fecha inicial, se encontrarán en la segunda, y ahí la perdedora estaría afuera, aunque el empate daría esperanzas a ambas.

En verdad, la decepción es generalizada, porque la única duda existente sobre la nómina inicialista era el caso de James Rodríguez.

Pero Pékerman, supongo que conociendo el estado físico y mental de sus convocados, armó un grupo muy raro. Lerma, Izquierdo y Óscar Murillo figuraban distantes de la titularidad, y se admitía, sí, la presencia de Mojica por Fabra y la de Quintero por el mismo James.

Por supuesto que la temprana expulsión de Carlos Sánchez y el penalti le solucionaron problemas a Japón. Eso apabulló a los jugadores colombianos, que nunca reaccionaron en juego y propuestas ante el arco contrario. Cuando Quintero obtuvo el empate, parecía volver el alma al cuerpo, aunque era evidente que se jugaba mal. Imprecisos en pases y sin claridad para avanzar. Mucho, además, se demoró Pékerman en ayudar a Lerma, quien en soledad era volante de primera línea, comprometido por la superioridad numérica del adversario. Con el ingreso de Barrios en algo se mejoró, sin alcanzar una alta calificación.

Para colmo, Pékerman retiró a Cuadrado, quien en el primer pasaje era quien más se mostraba activo en su sector y con sanas intenciones de apoyo. No sé si estaba lesionado, aunque eso nunca se confirmó, y allí quedamos a merced de dos pases profundos de Quintero para Falcao.

Es normal jugar mal y conseguir puntos, pero jugar tan mal, imposible. Si la presencia de James era la única razón de preocupación, con Quintero se logró en parte disimular su ausencia. No se justificó esa remodelación, no revolución de un seleccionado que siempre se insinuó que contaría con Muriel por el sector izquierdo.

Todos los técnicos, de equipo o seleccionados, saben de la necesidad de preparar la práctica con 10 o nueve jugadores, para evitar sorpresas como las vistas en esta derrota.

Ahora bien, lo pasado, ya archivado. En el próximo juego apostamos todo. Seguramente los polacos también. A ganar para aferrarnos a la opción de seguir. Dos derrotas consecutivas es estar pidiendo tiquetes de regreso.

Pékerman comprenderá que los nervios son traicioneros y el temor a jugar también. Una terapia mental vendría bien en este momento, aunque es más importante elegir bien a los que entiendan todo lo que juegan y arriesgan el domingo. Estamos en la cuerda floja y forzar la permanencia en el Mundial es el objetivo.

 

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