En la muerte de Gonzalo Mallarino

PARECE QUE SE HUBIERAN PUESTO de acuerdo Alfonso Cano Isaza y Gonzalo Mallarino Botero para morirse con la mayor discreción, en días silenciosos, con amigos alejados en imposibilidad de acompañar a la familia en el adiós final.

Alfonso murió hace tres meses, el día de Año Nuevo, y Gonzalo al comenzar este puente de Semana Santa. Casi al tiempo terminaron más de medio siglo de vinculación personal, con un lazo que los unía en los profesional, lo social y lo periodístico. Ese lazo fue El Espectador.

Son pocos los casos de dos personas tan unidas durante casi toda la vida en momentos sencillos o solemnes: para llamarse a recordar un cumpleaños o para resolver un crucigrama. Para compartir los secretos de un negocio o para acordar el apoyo a un presidente. Ambos fueron inseparables en instantes de glorias o de tristezas. Por muchos años fueron a la vez directivos en sus negocios y columnistas del periódico.

Hay muchos motivos para recordarlos, no sólo entre sus amigos cercanos sino en diversos aspectos de la publicidad, las relaciones públicas y la transformación de los medios de comunicación. Una reciente aparición pública de Gonzalo fue en el lanzamiento de la biografía de García Márquez escrita por Gerald Martin, cuando dijo que “la vida de gente como Gabo es una mentira fantástica y maravillosa”. 60 años atrás, fue el bogotano que presentó a dos futuros amigos: García Márquez y Álvaro Mutis.

Gonzalo era hermano de Víctor, gran poeta y recitador. Cuando han desaparecido los gritos de los voceadores de prensa en las calles de Bogotá, se recuerda que Berta Singerman en el Teatro de Colón declamaba con éxito “¡El Tiempo! ¡El Espectador!”, poema del famoso Víctor Mallarino.

Va nuestra voz de pesar a toda la familia Mallarino, especialmente a Gonzalo Mallarino Flórez, que desde el Gimnasio Moderno continúa la línea de alta cultura y amistad trazada por su padre.