El efecto “Gaslight” político

Columnista invitado EE: Miguel Villa Uribe
27 de agosto de 2020 - 10:35 p. m.

Para entender brevemente qué es el Efecto Gaslight (o encandilar, la cual sería la traducción adecuada), se trata de un tipo de manipulación emocional en la que una persona trata de convencer a otra de que no está entendiendo o malinterpretando situaciones mediante el cuestionamiento de su propia cordura para así crear dudas en la mente que dejan a las personas vulnerables y confundidas. Una vez la persona cuestiona su propia realidad es muy fácil guiarla a creer lo que se quiere.

Todo esto suena a hipnosis de ciencia ficción, pero es real y está aconteciendo acá y en todo mundo gracias a lo sofisticadas que se han vuelto las redes sociales. Ya no estamos sujetos a leer u oír lo que dicen las noticias. Nuestra percepción de realidad ha cambiado de lo que podemos suponer viendo el noticiero, a lo que nuestro círculo de amigos y líderes de opinión que seguimos puedan llegar a decir en redes. Todo esto sin hacer análisis de lo expresado, sino tomando bandos políticos como si fueran un equipo de fútbol y no como una búsqueda de la verdad.

El rey de esta práctica es Donald Trump, quien cambió la forma de hacer política para siempre, él deliberadamente dice mentiras, luego confronta esas mentiras con más mentiras, seguido de amenazas, y al final la gente le termina creyendo y defendiendo sus posturas por miedo a las repercusiones falsas que podemos llegar a tener si no le creemos. En Colombia no nos quedamos atrás: la teoría de la necesidad de votar por la ultraderecha para no convertirnos en un Estado “castrochavista” es el mejor ejemplo de todos. Si analizamos a profundidad esta teoría, es absolutamente absurda, pero es tan efectiva que inclusive los Republicanos la están utilizando para disuadir la gente en EE. UU. de votar por Joe Biden.

Esta premisa es absurda porque estamos comparando regímenes militares que, en el caso de Cuba, Castro se hizo al poder sometiendo al pueblo a través del ejército, y en el caso de Venezuela, si bien Chávez subió al poder por las urnas, gobernó como comándate de la mano del ejército. En nuestro caso esto no es posible ya que ni en el centro ni en la izquierda hay filiación directa con el ejército, como sí la hay en el uribismo. En todo caso es evidente que la táctica ha sido muy efectiva porque juega con nuestros miedos, conocemos de primera mano lo que estos gobiernos dictatoriales de izquierda le han hecho tanto a Cuba como a Venezuela. Entonces cuando una persona dice que quiere votar por alguien de centro o izquierda lo más probable es que su círculo y ciertos líderes de opinión le digan “¿quiere que esto se vuelva como Venezuela?”. Lo que en muchos casos logra el cometido de encandilar a la persona, haciéndola pensar si está desequilibrada mentalmente por simpatizar con una persona que no sea de la lucha en contra del “castrochavismo”. Como este hay muchos ejemplos más, manteniendo a la gente en constante miedo de convertimos en un Estado fallido, a lo que lógicamente todos le tememos, pero que no necesariamente vaya a ocurrir si no votamos por una persona en particular.

La situación como hemos visto se ha agravado muchísimo desde la detención de Álvaro Uribe Vélez. El encadilamiento ha llegado tan profundo que hasta importantes líderes de opinión que no comulgan con el uribismo han expresado que ven peligrosa la detención de Uribe por los brotes de violencia que esto puede generar. Y como hemos visto, el Centro Democrático está presionado el acelerador hasta el fondo y ha hecho de la detención privativa de la libertad de Uribe una maraña de teorías conspirativas sin límites: desde referirse a que Uribe está secuestrado por la Corte Suprema de Justicia, hasta que su detención es un complot de las Farc junto con Juan Manuel Santos y financiado por Maduro para acabar con la democracia en Colombia. Por otro lado, hablan de reformar la justicia para unificar las Cortes y dejar sin jurisdicción este proceso. En fin, las teorías que se imaginen, pero la realidad es otra: Álvaro Uribe está detenido junto con su abogado Diego Cadena por soborno a testigo y fraude procesal. Y están detenidos porque por mandato del Código Procesal estas son causales para limitar un imputado debido a que representan un peligro para el proceso que se surte. Por este lado se indaga poco en el uribismo, es más viable para la defensa desprestigiar la Corte que defender la prueba y los brazos del uribismo son tan largos en el Estado que pensar en reformar la justicia para absolver a Uribe es aparentemente más probable que probar su inocencia misma en este caso.

A la vez que todo esto ocurre sin que la gente se dé cuenta, ya nos estamos convirtiendo en una dictadura de facto al tener todas las Ramas del Poder concentradas en un solo grupo. Los entes de control más importantes como lo son la Fiscalía, manejada por un amigo personal del presidente; la Contraloría, dirigida por una ficha del conservatismo (partido de coalición) y a la vez amigo del fiscal, y próximamente se quedará con la Procuraduría al nombrar a Margarita Cabello, ficha clave de los Char, teniendo así todo el control sobre estos entes. En el Congreso acaban de nombrar de presidente del mismo a Arturo Char, quien goza de una reputación muy regular pero que denota el evidente pacto entre el uribismo y Cambio Radical para llegar al poder en 2022. Lo único que les faltaría sería hacer la reforma a la justicia de tal forma que unificaran las cortes para tener todo el poder en sus manos. Por lo que si queremos hablar de posibles dictaduras, es mucho más probable que suceda en manos del uribismo, que pasa sus horas más oscuras al tener detenido su líder supremo. Es de aclarar que una reforma a la justicia en este momento es bastante improbable.

El panorama en todo caso es muy preocupante, en la última semana prácticamente hemos tenido una masacre por día y podemos ver nuevamente varios ejemplos de encadelillamiento tales como: reducir la palabra masacre a homicidios colectivos, poner entre comillas la palabra masacre, manipular información comparando la cantidad de masacres de los ocho años de gobierno de Santos con la del último año y medio del gobierno Duque, apropiarse de una protesta en contra del Estado como una celebración a favor de él, e inútil pero emulando lo mismo, elaborar carteles de “se busca” como en el Lejano Oeste con los cabecillas de las guerrillas y diferentes grupos insurgentes diciendo “capturado” o “neutralizado” para dar a entender que ya los tienen prácticamente acabados, pero la realidad es muy diferente, y es que la sistematización de los asesinatos de líderes sociales y masacres están a la orden del día y el Estado ha sido incapaz de detenerla con su política de combatir nuevamente a estos grupos.

Por Miguel Villa Uribe

 

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