A veces es improvización, así a secas. Pero en otras ocasiones parece que improvisar con decisiones inmediatistas, viscerales u oportunistas es una estrategia que rinde frutos. Sobre todo si después hay posibilidad de patrasiarse, disculparse con balbuceos o acudir a gestos diplomáticos insinceros, como lo hizo el presidente Duque con el secretario de la ONU después de descalificar los contundentes informes del alto comisionado y del relator para los derechos humanos de esa entidad.
Esa estrategia apunta a dejar en la percepción ciudadana la idea de un gobierno enérgico, pero corre el riesgo, como en este caso, de corroborar el imaginario de una administración reactiva, visceral y escasa de argumentos.
Pasa lo mismo con las descachadas intervenciones de la ministra del Interior, pareciendo que improvisa, sumando a la proverbial ineptitud del gobierno para detener la masacre de líderes sociales, la indolencia y miopía, ya no solo suyas, sino de toda una doctrina para entender y atender esa matazón.
Parece que improvisa el senador Uribe cuando desecha, con tal de salvarse, a su colaboradora en el Congreso por el gravísimo “Ñeñegate”, y la misma implicada en su carta de renuncia que se puede leer como una enorme contradicción cuando reparte culpas sin aceptar la propia; o como un habilísimo e insidioso reclamo por falta de confianza de su jefe pese a su “convicción y afecto”.
Improvisan los alcaldes de Bogotá y Medellín responsabilizando de la contaminación a los vehículos particulares, chivo expiatorio de ese y otros males, aprovechando que no están organizados para hacer paros o bloqueos. Tanto va el cántaro al agua…
Aprovechan para improvisar, en busca de acabarla, funcionarios y políticos que denuestan contra la JEP a punta de titulares o tuits polémicos.
En cambio, quienes tienen a cargo los destinos económicos sin la menor idea de qué hacer frente a la crisis, la volatilidad de los mercados y la imprevisibilidad de la economía global, quieren aparentar a toda costa que no están improvisando.
Y entre unos y otros, uno no sabe qué es peor.
@marioemorales y www.mariomorales.info