Hasta el momento, el Gobierno Duque la había tenido relativamente fácil a la hora de tomar decisiones. Anunciar medidas a manera de globo de ensayo y luego echarse para atrás como sucedió con la reforma tributaria o el plan de Desarrollo, ha tenido un costo en favorabilidad que luego pudo corregir. O reaccionar como lo hizo frente al criminal atentado de la Escuela General Santander o ante la dictadura en Venezuela, en lo atinente a su cacareado “cerco diplomático”, recogía el sentir mayoritario de la opinión pública y del país político.
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