¿Error de cálculo con Cuba?

Antieditorial
18 de noviembre de 2019 - 05:00 a. m.

Por David Manrique

En respuesta al editorial del 7 de noviembre de 2019, titulado “¿Otro error de cálculo con Cuba?”.

Por primera vez, Colombia se abstuvo en la ONU de condenar el embargo que Cuba siempre ha llamado, de manera audaz, “bloqueo”. Antes de rasgarse las vestiduras por algo que ayer les daba igual, los indignados deberían considerar varios aspectos sobre el particular.

En primer lugar, es preciso aclarar que el bloqueo a Cuba duró menos de dos meses: comenzó el 22 de octubre de 1962 y terminó el 20 de noviembre del mismo año, fecha en la que se dio por terminada la operación Cuarentena. En segundo lugar, no sobra recordar que un embargo tiene como fin proscribir las relaciones comerciales entre los Estados. En tercer lugar, no se puede olvidar que el embargo que nos ocupa se dirige a un Estado dictatorial que, desde su violenta imposición a los pobres cubanos, siempre ha intentado socavar a las imperfectas democracias del continente americano con discursos incendiarios o acudiendo a las vías de hecho; si bien éstas quedaron parcialmente agotadas durante el “período especial”, el cual comenzó con el final de la URSS, acaecido en los estertores de 1991, y terminó con la elección de un golpista como presidente (quizá el último presidente) de Venezuela. En cuarto lugar, hay que dimensionar el rigor del embargo en su justa medida, y el “período especial”, ubicado en una línea de tiempo, nos la puede dar: comenzó 31 años después del “bloqueo” impuesto por EE. UU.; cinco años antes de la promulgación (y aplicación a medias) de la Helms-Burton Act, o Ley para la Libertad y la Solidaridad Democrática cubanas, y 28 años antes de la amenaza de la administración Trump de aplicar el título III de la referida ley, el cual contiene el verdadero quid de la ley y afecta realmente a los inversionistas de Cuba. Porque sí, pese al “bloqueo”, todavía hay gente que cree en la dictadura de los Castro: las democracias europeas; y, claro, el resto de tiranías, que en el concierto del mundo son mayoría. Está visto que el requisito más indispensable para creer en la “Revolución” es no vivirla.

Dicho esto, se puede afirmar que el embargo se ha intensificado con el paso de los años, como se puede afirmar que la dictadura castrista ha sido más efectiva y constante a la hora de arruinar a los cubanos; por lo demás, es una verdad inobjetable que el escalamiento del “bloqueo” siempre ha respondido a acciones de la misma tiranía, que no duda en derribar aviones civiles y dar cobijo a terroristas de toda laya para demostrarles a los “yanquis” que son muy cerrados. Pero si semejante actitud justifica la abstención de Colombia y hasta la ruptura de relaciones con la isla, no da para estar a favor del embargo: si algo ha enseñado el muro de Berlín es que el verdadero “bloqueo” lo romperán los mismos cubanos.

Promovamos, pues, la abstención americana como el fin de la complicidad entre los latinoamericanos.

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