Es justo responderle a Cuba

Antieditorial
28 de octubre de 2019 - 05:00 a. m.

Por David Manrique

En respuesta al editorial del 15 de octubre de 2019, titulado “Siguen las injustas exigencias a Cuba”.

Amenazar a Cuba con romper relaciones si no entregan a los narcoterroristas que cobija no es en modo alguno un acto deshonesto, y es una insensatez pensar que pueda deslegitimar a Colombia ante la comunidad internacional.

Los diálogos entre el Estado colombiano y la guerrilla del Eln no eran atemporales ni ajenos al desarrollo del conflicto, aunque a muchos no les guste admitirlo, y es un hecho que el acto terrorista cometido en la Escuela de la Policía dio punto final a los diálogos. Ningún gobierno se habría mantenido en la mesa, ni siquiera el del Premio Nobel. Respetados analistas han dicho desde esta ruptura que este “estancamiento” de los diálogos daría paso a un protocolo para que Cuba pudiera, de manera segura, devolver a los negociadores a Colombia, pero estos respetados analistas nunca nos han dicho cómo se efectuaría dicho traslado según lo pactado y cómo es que el gobierno colombiano ha conseguido torpedearlo.

Ahora bien, si reparamos en el papel de Cuba en las conversaciones con el Eln, como en el acuerdo de paz con las Farc, resulta una idea cándida suponer que Cuba se ofreció como Estado garante porque garantizaba la neutralidad para ambas partes, cuando la isla es la meca de los movimientos de izquierda que han elegido el camino de las armas, su ya centenaria “Revolución” ha inspirado a las guerrillas colombianas (sobre todo al Eln, pues éste nació en La Habana) y el Estado cubano ha tomado parte en el conflicto colombiano de parte de las guerrillas desde 1967, a partir de la Organización Latinoamericana de Solidaridad. Por lo demás, al día de hoy, Colombia es una democracia imperfecta reconocida por la comunidad internacional, mientras que Cuba es una de esas raras democracias de partido único, o sea, un paria internacional, y ni hablar de las guerrillas colombianas que, con toda justicia, son consideradas en buena parte del mundo civilizado como organizaciones terroristas (cuando no carteles pintados con ideología), de manera que la neutralidad cubana es más bien una parcialidad mal tapada.

Que el gobierno quiera romper relaciones con Cuba no debería causar revuelo, antes debería extrañarnos cómo es posible que todavía sigamos teniéndolas. La última vez que Colombia rompió relaciones con Cuba fue en 1981. ¿El motivo? Cuba desembarcó armas y hombres en el Chocó para apoyar al M19, la guerrilla más pacífica de todas las guerrillas. Por fortuna, el Ejército colombiano de entonces pudo impedir de manera efectiva ese traslado. ¿Necesitaremos de otro desembarco u otra bomba para entender que Cuba, como Venezuela, siempre han hecho parte del problema?

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