#EconomíaParaMiPrima

Es mejor ser lindo que feo, para mi prima

Martín Jaramillo
08 de febrero de 2020 - 05:00 a. m.

Antonio Cervantes, Pambelé, fue un exitoso boxeador colombiano en la época de los 70 que es famoso, hasta el día de hoy, por pronunciar una frase célebre en el sarcasmo colombiano: “Es mejor ser rico que pobre”. Más allá de la discusión sobre si Pambelé en realidad dijo eso, la gente lo considera chistoso, poco relevante y casi una tautología, pero es posible que no esté tan solo, seguro hay algún economista que lo acompaña.

Y resulta que así es: el economista Richard Easterlin, por ejemplo, ha dedicado su vida a escribir sobre la relación entre riqueza y felicidad. Al parecer esta relación no es ni tan lineal ni tan clara como uno creería. Los datos muestran que la felicidad no aumenta mucho con mayores ingresos o mayor crecimiento económico. Sí, algo ayuda (sobre todo en los ingresos más bajos), pero explica poco de la felicidad de las personas de ingresos medios y altos.

Si Pambelé hubiese sido economista, tal vez hubiera dicho que “es mejor ser lindo que feo”, lo cual podrá ser menos útil para un boxeador, pero curiosamente tiene más respaldo en la evidencia empírica. Como mencionaba en la columna anterior, los datos nos muestran que las mujeres menos atractivas ganan 5% menos que el resto, mientras que los hombres feos ganamos un 10% menos que el resto.

¿Significa eso que los hombres feos tenemos un castigo más grande? Parece que no. Las mujeres menos atractivas tienen un “castigo” más grande porque muchas no obtienen un empleo formal y ni siquiera entran en la estadística. También, a diferencia de lo que diría el estereotipo, las mujeres tienen menos recompensa en el mercado laboral cuando son más atractivas. Lo que siempre vemos es que, a diferencia de la riqueza y la felicidad, si comparamos ingresos con belleza sí es mejor ser lindo que feo.

Y esto no es ninguna precisión estadística. Los profesores Graham, Harvey y Puri hicieron el experimento: reclutaron participantes y les mostraron dos fotos: una de un gerente y otra de un empleado al azar. Resulta que la gente evalúa la cara del gerente como la de una persona más competente y menos amable. Al repetir el experimento usando fotos de gerentes de empresas grandes y gerentes de empresas pequeñas, los autores encontraron que los gerentes de empresas grandes daban la impresión de ser más competentes que sus contrapartes.

Pero nada de esto es prueba de que una cara “competente”, “linda” o “amable” sea la causa para tener un salario más alto. Es posible que sea al revés: que la gente es más atractiva precisamente porque tiene un sueldo más alto. Si la persona tiene cómo pagar una mejor alimentación, un mejor cuidado de su cuerpo o incluso una cirugía, podría ser el dinero el responsable de la alta calificación en belleza.

Steven Landsburg no cree en esta teoría y es uno de los que argumentan que tal vez la hipótesis inicial no es tan descabellada. Como para agregarle algo de controversia, Landsburg dice que tal vez los consumidores prefieren interactuar con empleados atractivos y por eso los empleadores prefieren contratarlos así sea por un precio mayor. Tiene lógica, pero no creo que esa sea la explicación principal.

Lo que yo creo es que la explicación más plausible viene de la psicoeconomía. Tal vez la gente ha asociado el aspecto de la belleza con ser competente en ciertos cargos en el mercado. Sin importar hacia qué lado iba la causalidad inicialmente, es posible que hoy en día se haya vuelto un “proxy”, una forma rápida (y muchas veces injusta) de sacar conclusiones para predecir quién es el mejor candidato para un trabajo.

Sea cual sea la razón, los datos nos dicen que es mejor ser lindo que feo. A los economistas solo nos queda tratar de argumentar por qué.

#GraciasFarith.

@tinojaramillo

martin.jaramillo@email.shc.edu   

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