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Escazú y la minga

Rodrigo Uprimny
18 de octubre de 2020 - 03:00 a. m.

Es infortunado que esté empantanado en el Congreso el Acuerdo de Escazú, un importante tratado que busca reforzar la protección ambiental en América Latina, para lo cual hace esencialmente cuatro cosas: (i) robustece el derecho ciudadano a acceder a información ambiental y establece deberes proactivos de las autoridades de suministrar esa información; (ii) fortalece la participación ciudadana en este campo; (iii) mejora el acceso a la justicia en temas ambientales, y (iv) protege en forma especial a los defensores ambientales, que corren graves peligros en varios países, especialmente en Colombia.

Dados esos nobles propósitos y contenidos del tratado, creo que la oposición a aprobarlo se funda en una mala comprensión de su contenido y sus implicaciones.

Un ejemplo de esas confusiones es la reciente columna de Germán Vargas Lleras en El Tiempo donde afirma que ese tratado es negativo porque incorporaría en Colombia el polémico principio de precaución, que permite “detener cualquier intervención con la mera sospecha de un potencial daño”. Y que además el tratado contiene también “el muy controvertido principio precautorio”. Estas afirmaciones de Vargas Lleras tienen tres errores: (i) el principio precautorio es el mismo principio de precaución; (ii) ese principio ya está incorporado en nuestro ordenamiento jurídico desde hace rato, como lo ha señalado la Corte Constitucional en innumerables sentencias, como la C-988/04 o la C-595/10, y (iii) no es cierto que ese principio bloquee toda actividad por una simple sospecha de cualquier daño. Lo que dice es que si hay bases científicas razonables para temer un daño que sea grave e inaceptable, entonces la falta de certeza sobre su ocurrencia o sus mecanismos causales no debe impedir tomar medidas de precaución.

El principio de precaución es entonces algo distinto y menos tremendista a lo que afirma Vargas Lleras. Y es además razonable, pues si hay bases científicas para temer un daño inaceptable, ¿no es prudente tomar medidas para prevenirlo?

Esos malos entendimientos del tratado, que a veces no son tan inocentes, lo convierten en un monstruo contra el desarrollo económico. Y obviamente los monstruos asustan. Pero la realidad es distinta: el tratado materializa la idea de desarrollo sostenible, que no solo tiene rango constitucional, sino que es hoy el único concepto de desarrollo admisible y viable, dadas las restricciones ambientales que el mundo enfrenta. Y que además es estratégico para Colombia dada nuestra riqueza en biodiversidad.

La aprobación del Acuerdo de Escazú sería además un mensaje poderoso a los líderes ambientales de que las amenazas en su contra importan al Congreso. Su rechazo significaría que esas muertes y amenazas, que son una de las razones de la minga, no conmueven ni interesan a los parlamentarios.

Las dificultades del tratado en el Congreso derivan de las dudas o el rechazo de miembros de la coalición gubernamental, mientras que el acuerdo es apoyado por la oposición. Esto no deja de ser paradójico, pues este tratado fue presentado al Congreso por el presidente Duque como uno de los pocos compromisos derivados de la “Gran Conversación Nacional”, que convocó como consecuencia de las masivas protestas de finales del año pasado.

Corresponde entonces al presidente insistir a sus bancadas en que este tratado merece ser aprobado no solo por sus méritos intrínsecos, sino porque es un proyecto con el cual el Gobierno se comprometió. No hacerlo sería confirmar que en Colombia los gobiernos no honran sus promesas, una de las razones, y no menor, de la actual minga, que en parte busca precisamente que las autoridades cumplan con los compromisos adquiridos en movilizaciones anteriores.

* Investigador de Dejusticia y profesor de la Universidad Nacional.

 

JACN(65090)18 de octubre de 2020 - 04:47 p. m.
Rodrigo gracias por sacarnos de la ignorancia de German.
Gonzalo(5727)18 de octubre de 2020 - 03:39 p. m.
Excelente columna. Desafortunadamente este ha sido el modus operandi de este gobierno, que ha manejado un doble discurso (desde el día 1), para esconder las reales intenciones de favorecer intereses muy particulares y ligados a los grupos de extrema derecha. El problema es que están alimentando un descontento social que estallará más temprano que tarde.
Helga66(40077)18 de octubre de 2020 - 03:35 p. m.
Si ya está incorporado en sentencias de la corte constitucional y en el ordenamiento jurídico, lo que se hace es sumar y sumar normas sin acciones reales. Se propende más por dialéctica que por reales acciones individuales, colectivas e institucionales para proteger el ambiente. Por otro lado, el supuesto científico siempre está permeado de ideología.
Javier Dairo(17568)18 de octubre de 2020 - 02:23 p. m.
Y, Ahora digamos como Bien Lo sentenciara Martin Luther Kim…, “los amotinamientos son el lenguaje de los que no han sido oídos”. En consecuencia a las,” CALLES CONSTANTE, CONTINUA Y PERMANENTEMENTE, HASTA TANTO EL TÍTERE, TIRANO Y DÉSPOTA…., ESCUCHE, CAMBIE O CAIGA ESTRUENDOSAMENTE DEL PODER CON TODOS SU SECUACES”, cierto que sí Apreciados amigues y queridos compañeros de este DEMOCRÁTICO FORO?.
Periscopio(2346)18 de octubre de 2020 - 01:35 p. m.
Al negarse a discutir con los indígenas Duque solo consigue crear más "terroristas", pues no hay que olvidar que esos presuntos "terroristas" son solo los ciudadanos indignados tras la tradicional indiferencia del Estado a resolver o al menos discutir pacificamente los crónicos problemas sociales...
  • Periscopio(2346)18 de octubre de 2020 - 01:36 p. m.
    La misión de Duqueuribe en la presidencia, por orden del monarca Uribellaco, no es evitar que haya conflictos, sino evitar que haya paz.
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