Estados Unidos: la crítica no será suficiente

Luis Carvajal Basto
24 de agosto de 2020 - 05:00 a. m.

Como en las elecciones de 2016 a estas alturas, los demócratas van ganando, 50%-42%, en las encuestas. Faltando dos meses largos para la elección presidencial, ante un imprevisible Donald Trump, nadie sabe si les alcanzará para triunfar. Cuatro años más tarde enfrentan a un presidente muy discutido, pero nadie debe poner en duda su capacidad para influir en la opinión, manipular los nuevos medios y ganar elecciones.

En la convención de la semana pasada, los demócratas mostraron su artillería. Desde el expresidente Obama, quien coincidiendo con la interpretación anticipada por este columnista (ver aquí) expresó que las instituciones democráticas estaban amenazadas como nunca antes y la democracia misma estaba en juego, al afirmar: “No dejen que les quiten su democracia”; pasando por Hillary Clinton, quien de manera cruda hizo un llamado a impedir el fraude, al aseverar: “Gané en 2016 por tres millones de votos y observen lo ocurrido”; el excandidato Bernie Sanders, quien señaló: “Nerón tocó el violín mientras Roma ardía, Trump ,en la pandemia, juega golf”; hasta Michelle Obama, quien dijo que Trump era el “presidente equivocado porque no puede ser quien necesitamos que sea”.

Con una general invocación a la decencia, los demócratas enseñaron sus consignas de campaña, las cuales tienen en común una crítica profunda al desacertado manejo de la pandemia y la recesión, pero muy pocas propuestas concretas para superar el estado de cosas y el gobierno que critican, colocando el debate en un terreno ético y moral y apostando casi todo a develar a un errático Trump ante el electorado. Las herramientas de que dispondrá el presidente en la actual campaña, entre tanto, no han sido exhibidas ni consideradas.

A propósito de ellas, apenas ahora, el Comité de Inteligencia del Senado de los Estados Unidos, de mayoría republicana, acaba de hacer público un extenso informe acerca de la injerencia rusa en las pasadas elecciones (ver aquí). Son los tiempos casi normales en las democracias. Cualquier acción eventual sería, evidentemente, extemporánea, incluso como advertencia ante las elecciones venideras.

Considerando factores que alterarían esa elección, se ha señalado la importancia que tendrá el voto por correo, denostado por el presidente en plena pandemia, y ya se cuestiona la actuación del jefe de correos, un funcionario nombrado por él. Existen, sin embargo, otros factores que pueden definirla.

¿Habrán evaluado los demócratas el efecto en el resultado de la profundización de la guerra comercial con China o con cualquiera? Más les vale que lo tengan previsto y se puedan anticipar a cambio de reaccionar, como hicieron en 2016 y van haciendo hasta ahora. A la hora de votar, con frecuencia, la “verdad” resulta derrotada o cuando podemos descifrarla es un hecho extemporáneo. Razón, ciencia y decencia, argumentos centrales de los demócratas, tienen poco que ver en los resultados electorales.

Sin lugar a dudas, la más importante fortaleza del presidente es su inamovible y crédulo electorado que, por la razón que fuere, no ha bajado del 40% de aprobación aun en sus momentos más difíciles. Insistirá en la estrategia de polarización tratando de acercar grupos decisivos y sectorizados como los votantes hispanos en Florida, con 29 decisivos votos en el colegio electoral, que podrían hacer la diferencia. Seguirá polarizando con el modelo de seguridad y orden vs. anarquía, tratando de encasillar al electorado en esa dicotomía que le permitirá imponer una agenda. Se ha demostrado, desde la ciencia política, que las elecciones no son tanto un asunto de razones como de percepciones, sentimientos, creencias y emociones, que el presidente Trump conoce, maneja e influye con suficiencia. Ya lo hizo y nadie debe pensar que no podrá volverlo a hacer.

Valdría la pena que, en las actuales circunstancias, el Partido Demócrata obtuviera lecciones de una historia popular contada, con variaciones, en todas partes del mundo: se encontraban, en la puerta de una clínica para enfermos mentales, un grupo de personas, todas muy razonables, en un carro al que se le pinchó una de sus llantas. Al montar la llanta de repuesto observaron que los pernos se habían extraviado haciendo imposible la tarea. Luego de verlos bregar por horas para solucionar el problema, sin resultados, uno de los enfermos que observaba desde una ventana les sugirió: “Pues quiten un perno a cada una de las otras ruedas y se lo instalan a esa”. Los varados se miraron a los ojos y luego de aplicar la solución le preguntaron: “Y a usted, señor, tan inteligente, ¿por qué lo tienen recluido aquí?” A lo que respondió: “Pues, obviamente, por loco, pero jamás por pendejo”.

Esperemos que los demócratas, ahora empeñados en el discurso de la crítica, una manera de caer en las redes de Trump, no vuelvan a perder por las mismas razones que en 2016 y permanezcan otros cuatro años intentando descifrar al presidente, en lugar de proponer alternativas a la compleja situación que afrontan su país y el mundo.

@herejesyluis

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