Evaluación de maestros

Armando Montenegro
29 de julio de 2018 - 04:55 a. m.

Un elemento fundamental para elevar la calidad de la educación es la evaluación de los maestros, entre otras cosas, para tener elementos objetivos para que se promuevan y asciendan únicamente los mejores educadores.

En Colombia se han ensayado dos modelos en esta materia. Después de 2002, cuando se estableció que las promociones y ascensos de los nuevos docentes debían regirse por evaluaciones, por varios años se utilizaron con este propósito los resultados de exámenes escritos administrados por la Universidad Nacional, un sistema que nunca fue analizado en forma técnica para determinar si conducía o no a la promoción de los mejores profesionales. Más adelante, a partir de 2016, el Gobierno pactó con Fecode la implantación de una nueva metodología, de acuerdo con las recomendaciones de los académicos y algunas experiencias internacionales, que incluía videos, encuestas y opiniones de otros docentes, un esquema diseñado y administrado por el Icfes. Además, se negoció con el sindicato que quienes reprobaran las evaluaciones podrían tomar cursos remediales, gracias a los cuales alcanzarían los pretendidos ascensos (cerca del 50 % de los maestros reprobó las últimas evaluaciones).

Este nuevo modelo de evaluación ha sido sujeto de varios cuestionamientos: (i) algunos expertos sostienen que las pruebas del Icfes no han sido sometidas a un análisis riguroso para determinar su verdadera capacidad de escoger a los mejores maestros; (ii) otros afirman que no se tiene claro ni el propósito ni el contenido ni la forma de calificación de los cursos remediales, incluso tienen la sospecha de que la mayoría de quienes tomaron esos cursos, en forma independiente de sus verdaderas competencias, logró la promoción, de tal forma que todo el mecanismo se habría convertido, en realidad, en un camino tortuoso para llegar a un ascenso generalizado; (iii) se ha conocido que altos funcionarios del Ministerio de Educación ahora critican la complejidad y el costo de las nuevas pruebas, y favorecen la idea de volver al antiguo y oscuro sistema de exámenes escritos, al que denominan de “lápiz y papel” (en oposición al de los videos y la participación de pares).

El sistema de evaluación del desempeño y la capacidad de los maestros colombianos se halla en una encrucijada. La nueva ministra de Educación, María Victoria Angulo, cuyo nombramiento ha sido aplaudido por la comunidad educativa, tendrá rápidamente que tomar una determinación sobre el futuro de la evaluación de los maestros, un elemento clave para la calidad de la educación básica. Se espera que, dada su preparación y conocimiento del tema, la política en esta materia se guíe por las mejores orientaciones de la academia y las buenas prácticas internacionales.

Hay que señalar, por último, que en estos asuntos no siempre coinciden los intereses de los padres de familia, los estudiantes y las autoridades preocupadas por la calidad —que aspiran a que se realicen evaluaciones modernas para promover sólo a los mejores maestros— con los del sindicato de educadores que, con frecuencia, de acuerdo con sus objetivos gremiales, se inclina por las promociones automáticas, aquellas que se derivan pasivamente del tiempo de servicio, la realización de cursos o publicaciones sin mayor alcance y otros mecanismos independientes del desempeño en el salón de clase.

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