Éxito

Fernando Araújo Vélez
23 de febrero de 2019 - 03:18 a. m.

He visto a algunos reconocidos escritores declararse la muerte a punta de palabras, y los he visto, después, abrazarse ante las cámaras, sonrientes por haber obtenido alguna distinción. He visto a varios poetas agarrarse a trompadas por la invitación a un festival de poesía, a unos cuantos músicos perder su dignidad rebajándose ante cualquier periodista para que le publiquen una nota y a uno que otro periodista vender las páginas de un diario a cambio de un premio o un viaje. He visto a diversos artistas plásticos pagándole a una agencia de comunicaciones para salir publicados en todos lados, con los más rimbombantes y elogiosos adjetivos hacia su obra, y he visto a algún director de películas cobrarle a un actor por sacarlo en su filme.

He visto la palabra “éxito” marcada en sus frentes, y he escuchado, sentido, olido y multiplicado el anhelo de ese éxito por donde he pasado, un anhelo que ha incluido las palabras, los conceptos y las prácticas de la competencia, la exclusión, el vencer al otro cueste lo que cueste, el hacerlo eternamente perdedor y el eliminarlo. He visto ese anhelo por doquier, y no he dejado de pensar en todo lo que habrán tenido que sacrificar, vender, venderse, prostituirse y transar quienes superaron el simple anhelo y llegaron al éxito, y la infinita cantidad de fórmulas de éxito que se habrán vendido y comprado en estos dos siglos y pico de cada vez más salvaje capitalismo para que los exitosos hayan llegado a ese lugar que tanto defienden y del que tanto alardean.

He visto esas fórmulas del éxito en la sonrisa de la modelo que anuncia jabones desde una valla publicitaria para ser aprobada, exitosa y, por lo mismo, feliz, y las he visto y padecido en el computador de mi escritorio, que me muestra las tendencias más exitosas de las noticias y las palabras más atractivas y consumidas del diccionario. He visto al éxito en todas sus dimensiones convetirse en la medida de todos los humanos, y he visto a los humanos humillarse una y otra y otra vez por un simple reconocimiento.  He visto fórmulas de éxito en todos aquellos que en lugar de pensar, repasan, y mientras repasan, van repitiendo más fórmulas de éxito, y en sus amigos exitosos, que no dicen una palabra ni esbozan una sonrisa ni mueven un dedo sin consultar sus respectivas fórmulas.

He visto libros, películas y obras de teatro hechos según la instrucción del éxito: un giro acá, un cambio de ritmo más allá, pocos personajes, tiempo presente y primera persona siempre, un título que sea emotivo y nada de hacer pensar, y he oído canciones hechas para ser exitosas, con coros azucarados y frases melosas, que en efecto, terminan siendo exitosas. He visto listas de lo más vendido, listas de lo más exitoso, listas de lo mejor, y he visto la perplejidad, el asombro y el no entender en las caras de miles de personas, porque algún loco dice que el arte no es un adorno ni una mercancía, y que debe llevar al dolor, al estremecimiento.  

He visto las fórmulas del éxito de izquierda a derecha y de sur a norte, cada vez más incisivas y explosivas, cada vez más exitosas, por supuesto, y más absolutas, y me he visto a mí, sentado en la banca de un parque, peleando a muerte contra una coma.

Fernando Araújo Vélez

Por Fernando Araújo Vélez

De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.Faraujo@elespectador.com

 

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