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Farc: ¿odio mortal a la crítica de Bejarano?

Cristina de la Torre
13 de octubre de 2020 - 03:00 a. m.

Uno fue el hijo de Laureano que instigó el bombardeo de “repúblicas independientes” de campesinos que por eso derivaron en insurgentes y, otro, el Álvaro Gómez amigo de la paz que 35 años después murió asesinado por aquellos. Unas fueron las Farc que le cobraron con la vida a Jesús Antonio Bejarano sus diferencias ideológicas y, otras, las que 17 años después tuvieron el coraje de desmovilizarse, entregar las armas, allanarse a la democracia y protagonizar acto supremo de acatamiento al Acuerdo de Paz: confesarse responsables de aquellas atrocidades.

Ahora tendrá la Farc que honrar su metamorfosis, documentando, para empezar, el asesinato del negociador de paz con la Coordinadora guerrillera en Caracas y Tlaxcala en 1991-92. Este homicidio es pieza vergonzosa en nuestra historia nacional de la infamia, aupada a un tiempo por dos sectarismos: el de la tradición que dirime a bala las diferencias de ideas, imperecedero en Colombia, y el importado de rivalidades entre los centros del comunismo internacional que se disputaba entonces espacios en el mundo universitario. Todos los fascismos al mando: el de la acción intrépida y el atentado personal, y el del estalinismo.

Alfonso Cano, contradictor de Bejarano mientras fueron estudiantes en la Universidad Nacional, le cobró siempre al académico el fracaso de aquellos diálogos de paz. Ya había exhibido hacia él un “odio profundo” que impactó al senador Iván Marulanda, según relató en Semana en Vivo, cuando éste se desplazó en comisión con otros constituyentes a la selva para trasladar a Caracas al que sería negociador principal por las Farc. Acaso el empeño de Bejarano en aterrizar los diálogos sobre la prosaica realidad pulverizaba la fantasiosa megalomanía de las guerrillas, y destapaba el juego de buscar de palabra la paz sin abandonar el íntimo propósito de continuar la lucha armada: el diálogo concebido como táctica de una estrategia de guerra. ¿Ahondaría tal franqueza el rencor que condujo a su asesinato?

En su libro Una agenda para la paz, destaca el consejero el desencuentro de propósitos entre las partes. Si para el Gobierno se trataba de superar el conflicto, de lograr la desmovilización de la guerrilla, ésta apuntaba a “la superación de los problemas del país”. Se erigía ella, así, en vocera gratuita de las reivindicaciones del pueblo. Las demandas de participación civil, escribe el autor, “suelen venir de minorías poco representativas y marginales” que creen encontrar en el proceso de paz el espacio que no conquistaron en 40 años de lucha armada. A diferencia del FMLN de El Salvador, que había logrado empate militar, social y político con el establecimiento, nuestras guerrillas representaban limitadísimos intereses sociales. Pero pretendían igualarse a aquel Frente que, vanguardia de amplias organizaciones de masas, pudo negociar de tú a tú con el gobierno de ese país.

De otra parte, por ahorrarse explicaciones de ética y política ante el mundo sobre sus prácticas de secuestro, extorsión y narcotráfico, boicoteaban la mediación internacional en la negociación. Y, negando confidencialidad al proceso, lo convirtieron en espectáculo de protagonismo y propaganda. Desacuerdos en delimitación territorial de los alzados, cese el fuego y tregua bilateral que tal vez querrían traicionar –como sucedió con la tregua de Betancur-, dieron al proceso su estocada final.

En este libro criticó el intelectual la tozudez de las guerrillas, causa medular del naufragio del proceso de paz. Hoy sería referente insoslayable en el esperado esclarecimiento del crimen; una salvajada que evoca el rugido de la falange franquista contra don Miguel de Unamuno, rector de la universidad de Salamanca: “¡Viva la muerte! ¡Muera la inteligencia!”.

Cristinadelatorre.com.co

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Lorenzo(2045)14 de octubre de 2020 - 01:00 a. m.
¿Qué tipo de racionalidad ética se le puede pedir a los protagonistas de la veterotestamentaria violencia colombiana? De acuerdo: inútil generalizar a partir de la mezquindad primigenia de F.P. Santander, las brutales Guerras Civiles del XIX, Núñez y su Regeneración, el Ogro godo. La cerril ofuscación mental del montaraz "sekretariat" es un cargo insoslayable... pero: ¿es acaso un imposible her-
  • Lorenzo(2045)14 de octubre de 2020 - 01:21 a. m.
    -menéutico asumir en su toda hondura el contexto de la DEGRADACIÓN del conflicto armado? Porque: ¿cómo soslayar, asimismo, la aleve "cancelación" un AC (2011) solo y enfermo. "Cayó el número uno de las FARC", dijo el presidente JMS cuando se negociaba en La Habana. No se trata -¡faltaba más!- de expiaciones anacrónicas: pero porcionar el análisis de estas hybris banaliza lo rizomático del Mal.
Dion Casio(66071)13 de octubre de 2020 - 02:58 p. m.
Los de la FARC tan cegados en su odio como los paras del Cd, consideraron a Chucho Bejarano traidor porque era cercano a los de la SAC hasta el punto que si mal no recuerdo Chucho fue presidente de la asociación y los Farcos consideraban que era algo así como la Fedegán de entonces.
Periscopio(2346)13 de octubre de 2020 - 12:40 p. m.
!No más alzados en armas.... ni más armados en alzas!
Julio(25062)13 de octubre de 2020 - 04:39 p. m.
PILDORITAS PARA LA MEMORIA : Cuentan que hace años ,muchos antes de morir , el General José Joaquín Matallana que había combatido vigorosamente a las FARC , dijo "que si volviera a vivir repetiría cada acto de su vida como lo había hecho .Menos uno : Marquetalia ". Es que Marquetalia ha sido un error histórico . El más grande cometido por unas élites que ha sido por más de 200 años genocidas .
Camilo(gibaw)13 de octubre de 2020 - 02:46 p. m.
Siempre intelectual y académica. Gracias por el libro referencia. Es importante señalar a todos los actores el defecto de la soberbia, para acelerar el cambio de página. Buena lectura, emotiva y objetiva. Gracias.
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