Fedegán y una columna

No puedo dejar de referirme a la columna del señor Francisco Gutiérrez Sanín, en la cual la emprende, con gran desinformación y algo de irresponsabilidad contra el presidente de Fedegán y los ganaderos colombianos, a raíz de la entrevista que compartimos en la revista Semana con el senador Juan Fernando Cristo, alrededor del tema de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras.

En principio, debo asumir que el señor Gutiérrez no leyó siquiera la entrevista, que no fue con el parlamentario Guillermo Rivera, sino, como ya mencioné, con el senador Cristo.

No la leyó, porque me tilda de antirreformista y de torpedear la Ley de Tierras, cuando mi apoyo al proyecto fue expreso, por una sencilla razón: porque los ganaderos nos contamos entre las principales víctimas de asesinato, secuestro, extorsión y, por supuesto, de despojo por parte de todos los actores violentos. Eso sí, le solicitamos al Gobierno y al Legislativo que velen por un mínimo equilibrio que preserve los derechos de los legítimos propietarios, y pedimos también que no se excluya a las víctimas de la guerrilla, que asoló al campo y a sus pobladores durante décadas, y solicitamos que la Ley se blinde contra quienes pretenden usarla como bandera política. No creo que eso sea antirreformismo.

El señor Gutiérrez tendrá que explicar su confusa teoría de los dos numeradores. Lo único que me quedó claro de ella es que está plagada de aseveraciones que lindan con la calumnia. Si el columnista tiene contados a los “grandes ganaderos que ayudaron a fundar esas máquinas de muerte”, deberá acercarse a la justicia a denunciarlos, y lo propio debe hacer si tiene “material que obra en su poder” sobre el apoyo de ganaderos a emprendimientos paramilitares o guerrilleros. No se pueden lanzar acusaciones y afirmar, a renglón seguido, que “no se trata de culpabilizar en masa, ni de lanzar acusaciones temerarias”. Al fin qué.

Finalmente. Sí. Ese otro Lafaurie a quien se refiere el señor Gutiérrez era mi padre, que lideró desde el Senado  los debates que, durante el primer periodo del Frente Nacional, se dieron a propósito de la Reforma Agraria. Si en esta ocasión leyó con detenimiento las intervenciones de mi padre, quizá pudo comprobar la calidad de los argumentos, desoídos finalmente con la promulgación de la Ley 135 de 1961, que tantas dificultades le ha significado al desarrollo rural colombiano. En cambio, si su acucioso interés de investigador de ese periodo hubiera sido más efectivo, habría podido comprobar, en cambio, que como ponente de la Ley 26 de 1959, mi padre estableció un marco, ese sí de desarrollo, de los principales instrumentos de financiamiento del sector rural colombiano, como lo fueron, en su momento el Banco Ganadero y los Fondos Ganaderos.

 José Félix Lafaurie Rivera. Presidente Ejecutivo, Fedegán.