Visión Global

¿Fin de una era?

Arlene B. Tickner
22 de febrero de 2017 - 03:57 a. m.

Por: Arlene B. Tickner 

Escribo estas líneas sin saber si la contienda presidencial en Ecuador va a segunda vuelta o no. Después de avanzar con normalidad el conteo de los votos, el Consejo Nacional Electoral (CNE) suspendió el proceso la noche de las elecciones sin que el candidato oficialista de Alianza País, Lenín Moreno, hubiera alcanzado el 40 % necesario para ganar en primera vuelta y al mediodía siguiente advirtió que el escrutinio restante podría demorar varios días. En medio de la incertidumbre resultante, lo único claro es que las holgadas mayorías construidas por Rafael Correa durante los últimos 10 años han comenzado a evaporarse.

A diferencia de otros países de la “ola rosada” en América Latina, Ecuador es considerado una historia de éxito en lo que se refiere a política económica, financiera y social. Desde 2007, cuando Correa asumió la presidencia, la “revolución ciudadana” ha tenido logros envidiables en la reducción del desempleo, la pobreza y la desigualdad, el aumento de la inversión en educación y salud y el mejoramiento de la infraestructura vial y eléctrica del país. En contraposición a éstos, el trato a quienes se han opuesto a los proyectos de minería, la explotación del petróleo en Amazonas y la reforma a las políticas del agua y la educación, entre otros, ha sido intolerante, represivo y violento. Incluso, la persecución de los movimientos ambientalistas e indígenas, que han encabezado buena parte de esa resistencia, está facultada por decreto presidencial, siempre y cuando el Ejecutivo considere que la “paz política” está siendo perturbada. De forma similar, la ley de comunicación impulsada por el mandatario saliente permite regular y censurar los contenidos mediáticos críticos.

Si bien la combinación de políticas redistributivas populistas, manejo macroeconómico responsable y estigmatización y contención de la protesta social ha sido una “fórmula ganadora”, hoy se observa su desgaste. Mientras que en 2009 Alianza País (AP) obtuvo una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, y mejoró esa posición en 2013 cuando Correa ganó el 57 % de los votos en primera vuelta y AP aseguró 100 de los 137 escaños parlamentarios, los indecisos fueron alrededor del 20 % en estas elecciones. En reflejo de ello, no solo está dispersado el voto (faltando 8 % por escrutar) entre tres de los ocho presidenciables — Moreno (39,08 %), Guillermo Lasso de Creando Oportunidades (28,43 %) y Cynthia Viteri del Partido Social Cristiano (16,20 %)— sino que, según estimativos de la Corporación Participación Ciudadana, AP perdería el control del Congreso.

De ir a segunda vuelta el 2 de abril, sería más difícil que el oficialismo ganara, ya que el conservador, Lasso, tendría mayor posibilidad de sumar endosos de otros candidatos (comenzando por Viteri). Como si Correa anticipara los problemas que se avecinan, viene recordando el artículo constitucional de la “muerte cruzada”, mediante la cual el presidente puede disolver la Asamblea Nacional y llamar a elecciones nuevas para evitar la ingobernabilidad. Sea cual sea el resultado electoral, en medio de una desaceleración económica y escándalos de corrupción que han minado la legitimidad de la “revolución ciudadana”, cabe preguntar si no estamos presenciando el fin de una era.

 

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