Finalmente, el Gobierno y el Banco de la República acudieron a la financiación fiscal con emisión monetaria. El nuevo crédito del Fondo Monetario Internacional por $20 billones le permite al Gobierno monetizarlos (convertirlos en pesos). Sin embargo, generará un vínculo con el déficit en cuenta corriente que obligará en el futuro a fuertes emisiones monetarias. En el momento actual la economía está expuesta a un cuantioso déficit en cuenta corriente y bajo ahorro que precipitarán en el presente año una caída del 10 % del PIB y algo más del empleo, como se anticipó en esta columna en abril. Por lo demás, la fuerte presión para reducir las inequidades de la pandemia requerirá más déficit fiscal y más emisión.
En cualquier caso, el problema de la falta de recursos no se resuelve en el origen. El reemplazo del ahorro por el endeudamiento no es sostenible indefinidamente en los países en desarrollo. Al final, se termina en grandes déficits gemelos fiscales y en cuenta corriente vinculados por la emisión.
En todo esto han influido las concepciones de equilibrio y mercado formuladas por eminentes pensadores económicos, como Robert Solow, de MIT, y Robert Lucas, de Chicago, que claman que el crecimiento del producto nacional es independiente del capital. Sin mayor fundamento científico pretenden sustituir el ahorro con el déficit fiscal financiado con crédito externo y ahora con emisión que genera liquidez e inflación. La hipótesis es controvertida por la evidencia de los últimos 30 años de todos los países que muestran que la tasa de ahorro es la principal causa del crecimiento, y más, el principal vínculo con los componentes más representativos de las economías. El crecimiento es la variable más estructural de la economía y se manifiesta por conducto de la tasa de ahorro. Sin ir lejos, los países del sur de Asia crecen el doble de Estados Unidos y América Latina porque su tasa de ahorro es 50 % más alta.
Las falsas teorías de la distribución del ingreso enrarecen las soluciones del futuro. En mi libro Teorías del crecimiento y la distribución para una nueva era se muestra que la conciliación más clara se puede lograr con un cambio en la estructura del comercio internacional basada en la ventaja comparativa por otra de mayor complejidad, relación capital-producto y productividad del trabajo, que reducen la brecha salarial con los países desarrollados.
Si bien el déficit fiscal financiado con emisión es más efectivo para impulsar la producción, no es suficiente. La solución a la crisis actual no está en la simple conformación de déficits fiscales, como se ha visto tanto en Colombia como en la economía mundial. Lo que se plantea es la conciliación estatal que garantice la mejoría sistemática de la distribución del ingreso con elevado ahorro y crecimiento del producto.