“Fracking”: clima, ciencia e ilusionismo

Pablo Leyva
11 de octubre de 2019 - 07:58 p. m.

Mientras el presidente preparaba su discurso para contar en Naciones Unidas, en Nueva York, lo que el país hace a favor del clima del planeta, la ministra de Minas y Energía y un coro exaltado protestaban por el pronunciamiento del Consejo de Estado que mantuvo las medidas cautelares al uso del fracking. La presión del Gobierno, las empresas, una campaña mediática sostenida y el fantasma de una crisis económica asustaron al Consejo de Estado, que aceptó la realización de pilotos de fracking como prueba científica, con la que los interesados piensan tener “licencia social” al demostrar que se puede utilizar esta técnica de extracción de hidrocarburos sin causar daño a los geoecosistemas ni a la salud de las comunidades, pues sus efectos se controlan con prevención.

Proponer pilotos de fracking es una salida para dar después vía libre a esta técnica. ¿Quién cuestionará los resultados? Los falsos pilotos de fracking deberían llamarse ensayos demostrativos dañinos e innecesarios. Con estos, que no son replicables ni escalables, solamente se puede probar que destruyen y alteran geosistemas, tienen riesgos de fuga de materiales peligrosos, pueden contaminar la atmósfera, las aguas subterráneas y superficiales y la biodiversidad, afectan la población hasta varios kilómetros de la perforación y mantienen efectos ambientales persistentes en el espacio-tiempo. Todo para extraer hidrocarburos, quemarlos, emitir gases de efecto invernadero y contribuir al cambio climático.

En lugar de falsos y dañinos pilotos de fracking, basta una declaración integral y veraz de riesgos, impactos y efectos geoecosistémicos, económicos y sociales, a corto y largo plazo, en el espacio-tiempo, hecha con base en el conocimiento científico disponible, información empresarial transparente, y cancelar las fake news y el lobby que las produce.

En lugar de proponer la transición energética y la evolución de un modelo de desarrollo del siglo pasado, que ya está agotado, basado en un crecimiento material y en un consumo insostenibles, con enormes pasivos ambientales y sociales, se planea utilizar combustibles fósiles en el país y emitir gases de efecto invernadero durante muchos años. Y se mantiene la ilusión de obtener recursos económicos en un mercado mundial de combustibles fósiles con sobreoferta, amenazado por volátiles dinámicas geopolíticas y limitado por el plazo ya vencido que la naturaleza dio a la edad del carbono. Así lo demuestran la información científica del IPCC, la necesidad de cumplir el Acuerdo de París, las señales de los mercados, la decisión de Estados Unidos y otros países de explotar sus reservas de hidrocarburos, y las presiones bélicas sobre grandes productores.

La ideología del libre mercado es poderosa y desconoce la ciencia. Se crean misiones de sabios y se les sugiere lo que deben recomendar. Con pases mágicos se convierten ambientalistas en partidarios del fracking. Se asusta a los jueces con fantasmas. Y se olvida a los líderes ambientales asesinados. Se necesita toda la verdad.

 

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