Francisco entre nosotros

Luis I. Sandoval M.
05 de septiembre de 2017 - 02:00 a. m.

Mañana miércoles estará el papa Francisco entre nosotros. Se termina la expectativa y ocurre el esperado acontecimiento. Éste casi que ya es pasado porque desde escenarios diferentes se ha anticipado el hecho y el impacto de la presencia papal. Parecería que ya pasó lo que cada uno quiere. Hay que superar las anticipaciones y vivir la realidad.

La comunicación crea realidades. El papa lo sabe y se esfuerza en que las gentes lo perciban sin el tamiz de los particulares intereses de los diferentes centros de poder. Él procura que su mensaje llegue a sus destinatarios completo y limpio. Tres grandes sectores están en disputa por inclinar la visita de Francisco a sus propias perspectivas: la Iglesia, el Gobierno y la sociedad.  

Naturalmente la Iglesia católica reafirma el sentido pastoral de la visita dando relieve a las palabras y mensajes de contenido evangélico y espiritual. El Gobierno firmante de la paz, ante dificultades en ascenso, tratará que la voz del papa ayude a contener la dispersión de sus reducidas fuerzas. La sociedad civil autónoma se las ingeniará para expresar su fe, afecto y admiración, pero también sus dolores e incertidumbres, como los siente, sin el encasillamiento de los protocolos.

Creo que habrá una complicidad positiva y saludable entre el pontífice y la gente para salirse del libreto y tocar cada uno el alma del otro. Dónde y cómo ocurra no lo sé, pero creo que se dará. Este no es un papa de postín. Para nada un papa superstar como de manera light algunos medios tratan de presentar a Francisco.

Creo que acierta quien considera que este es un papa impredecible en su afán y estrategia de llegar a la gente. Si en Buenos Aires, como arzobispo, primado y cardenal, viajaba en metro, me lo imagino preguntando en Bogotá por el sistema de los grandes articulados rojos y expresando su deseo de subir a uno de ellos. Muy cerca le quedan de la Nunciatura en Teusaquillo.

Pero sí hay un santo y seña, un leitmotiv, un sentimiento, una idea y una palabra que todos y todas en las diferentes esferas sociales comparten y esperan salga ampliamente beneficiada con la presencia de Francisco: reconciliación. El hecho de que todos la anhelen no quiere decir que todos la entiendan de la misma manera. Al respecto estoy convencido de que el papa ayudará enormemente, no tanto hasta hacer un milagro, pero sí para avanzar en disponer los espíritus al perdón, la aproximación, el diálogo y eventualmente el encuentro asumiendo que la reconciliación es un estadio superior de la paz.  

Ya el afiche de Semana por la Paz (3 al 10 de septiembre) incluye una frase papal: “Hay que derribar los muros de la desconfianza y el odio, promoviendo una cultura de la reconciliación y solidaridad”. Las guías para preparar la visita apostólica están dedicadas centralmente a la reconciliación. El nuevo partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común —FARC— acaba de realizar su congreso fundacional por la reconciliación y la paz.

En el posacuerdo, reconciliación podría significar en concreto reducir la polarización al juego normal de pluralidad, sacar definitivamente las armas de la política, usar la Fuerza Pública para garantizar derechos y libertades, no para reprimir duramente la legítima protesta social, acabar la victimización de líderes sociales y excombatientes guerrilleros, gobernar sin corrupción respetando sagradamente los bienes públicos, cesar el fuego entre Gobierno y Eln, cumplir lo pactado. 

Si la visita del papa Francisco contribuye a que la Paz no nos cueste la Vida, habremos dado millones de pasos por la reconciliación y la paz. ¡Qué inmensa alegría!   

lucho_sando@yahoo.es

 

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