Quienes creen que han alcanzado su lugar en el mundo “sin la ayuda de nadie” se debaten entre el adanismo y la desconexión con su entorno: el cantante famoso que menosprecia al juglar, la mujer que se burla del feminismo o el afrodescendiente que, de un modo u otro, saca provecho del prejuicio contra su raza. Entre las formas infinitas de la ingratitud, la ignorancia elegida es una de las más condenables.
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