Fútbol de hoy

Hernán Peláez Restrepo
12 de febrero de 2018 - 03:07 a. m.

Puede tener razón Jorge Valdano cuando asegura que todos los vicios que ha generado la globalización llegan al fútbol. Cada vez menos equipos ricos y pobres. Se comprende con facilidad si comparamos las cataratas de euros que se dan en Europa. Traspasos millonarios entre equipos de élite. Cifras que generan falsas ilusiones en muchos jugadores, porque no todos son Neymar o Messi, sino jugadores con algunas condiciones y nada más. Eso sí, a veces logran conseguir empresarios o representantes que tienen tanta verborrea y poder de convicción que consiguen realizar grandes transferencias.

En nuestro caso, es cierto que el grupo de equipos ricos está restringido a unos cuatro. Los restantes sobreviven gracias a la venta de derechos de un jugador o a las ayudas, para algunos limosnas que reciben por televisación de partidos y los aportes de la cantidad de avisos en camisetas.

Nuestro campeonato resulta previsible en el estilo y el modo de jugar. Todos priorizan el sistema defensivo. Nada de recibir goles y de ahí para adelante confiar en la suerte o la clase de algún delantero. Por eso el caso de Pepe Sand, recientemente vinculado al Cali. Ha sufrido rigores en la marcación e incapacidad para conseguir un gol. Para quienes se desesperan o afanan por aplaudir su gol, les recordaría que grandes goleadores, como Galván, Irigoyen, Funes y otros más, se demoraron hasta siete fechas para celebrar. Cuestión de paciencia.

Es previsible nuestro fútbol, porque, amén de fortalecer la defensa, el pelotazo desde el sistema posterior hacia adelante es repetitivo. Llámense Tesillo, Alexis Henríquez o Hérner, todos pretenden salir ansiosos de su zona y comprometer a los delanteros.

Por eso, el vértigo se palpa en cada partido. Es el ir y venir de la pelota, y uno cae en la trampa de señalar como dinámica ese ejercicio.

Cada día está más relegada la pausa. Por eso se asegura que está en vía de extinción el volante de armado. Pero cuánta falta hace, porque con él se consigue ejecutar el fútbol asociado, de conjunto.

En medio de sus limitaciones, varios equipos se aferran a la mal llamada pelota parada. Un tiro de esquina o uno libre significan el 1-0 y alcanza para los tres puntos. Es respetable, puesto que se aprovechan las escasas condiciones disponibles. Los equipos pobres tienen claro su objetivo. Preparar algún jugador que pueda pasar a uno de los ricos y preocuparse por el descenso. Basta preguntar a Fortaleza cuántos jugadores salieron del año pasado y le permitieron ganar algunos pesos.

 

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