Mucha bola

Fútbol sin futbolistas

Antonio Casale
10 de julio de 2018 - 02:00 a. m.

Vayamos más allá. No culpemos a los jugadores. El fútbol de nuestro continente es un reflejo de lo que somos, unos pueblos gobernados por la codicia. La responsabilidad de la evidente inferioridad del fútbol suramericano frente al europeo no es de los que están en la cancha, ellos son la consecuencia.

Todo comienza con los papás que ponen en sus niños la responsabilidad de sacarlos de pobres. La cadena continúa con los “cazadores de talento” que se aprovechan de ello y les sacan lo que pueden a cambio de promesas imposibles de cumplir. En caso de que el niño sea muy talentoso, lo muestran en diferentes equipos, pero si no hay suficiente billete de por medio, el talento se hace insuficiente. Así sucesivamente se va adelgazando la pirámide hasta que el niño, pocos de ellos con las capacidades reales de ser jugadores profesionales, logra debutar en primera.

Si el pelao es muy bueno, no lo hará en su país, se irá a los 13 o 14 años a Europa, aunque allá ya los están preparando mejor a más bajo costo, entonces seguramente irá a Argentina, donde, lejos de su familia y de su arraigo, la cosa será más difícil porque están preparados para patear una pelota y nada más.

Hasta ahí se ha invertido una buena cantidad de dinero que ha quedado en manos de los intermediarios, pero no se ha gastado un solo peso en su formación nutricional, atlética y psicológica, como se hace en Europa.

Los altos directivos también tienen su cuota. Mientras en Inglaterra, Bélgica y Francia la plata del fútbol se invirtió en su desarrollo (nada es casualidad) y la creación de un proyecto serio, en nuestro continente se la robaron. Recordar el Fifagate: la mayoría de implicados eran de este lado del mundo.

Pero pocas cosas parecen cambiar. En Rusia están los presidentes de los clubes colombianos invitados con la plata del fútbol. Siempre será más importante asegurar un voto para la hora de las decisiones que invertir en la pelota. A nadie se le ocurrió llevar a Gamero para premiarlo por su título en la Liga y que se empape de la élite, por decir lo menos.

En el medio están los empresarios. Es imposible convocar una selección de un país conformada por jugadores que no tengan agentes FIFA, que es como se denominó la formalización del tráfico de humanos futbolistas. Esto siempre dará lugar a sospechosas convocatorias y solamente la conciencia de los entrenadores sabrá si son sucios o no.

Lo peor es que nada va a cambiar. El fútbol en este lado del mundo es lo que menos les importa a los dueños del negocio. Pero, por Dios, dejemos a los futbolistas quietos, hacen lo que pueden. Son los únicos héroes de esta historia, aunque la Copa del Mundo esté cada vez más lejos de Suramérica.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar