Fútbol sin VAR

Antonio Casale
20 de julio de 2018 - 12:00 p. m.

Se terminó el Mundial y volvimos a la realidad. Comenzamos con las competiciones continentales y este fin de semana regresará nuestro querido torneo local. Las canchas con montículos, césped quemado y el marco televisivo con tribunas vetustas y vacías también tienen su magia.

Lo que no tiene magia es la quemadera de tiempo, la intención de engaño al árbitro, por parte de los jugadores y, por qué no decirlo, la ausencia del VAR. Después de un mes en el que nos convencimos de sus bondades no es fácil regresar atrás.

El Mundial fue un viaje con cinturón de seguridad. Eso es el VAR, no es que prevenga la muerte en caso de accidente, pero disminuye notablemente las posibilidades fatales. Es por eso que durante el Mundial los jugadores se dedicaron a jugar a la pelota, porque sabían que cualquier engañifa los dejaría mal parados de cara al mundo. Pregúntenle a Neymar, que terminó, como diría mi amigo Jorge Luis Balaguera, con la imagen de ser un meme antes que un jugador de fútbol.

Es que si los jugadores le ayudan al árbitro el espectáculo será mejor, más justo, emotivo. No debería necesitar este deporte de la herramienta tecnológica, pero bueno, esa es la condición humana.

En Suramérica sí que se necesita el VAR. No solo los jugadores no ayudan al juez. Los árbitros tienen serias fallas de capacitación en la generalidad, requieren de ayuda. Los apostadores clandestinos influyen en decisiones y rara vez se puede comprobar. En fin, en un continente en el que la trampa se aplaude, sería muy útil el VAR.

Parece que lo van a implementar en las fases definitivas, ojalá lo hagan bien. En la liga nuestra, eso todavía se demora porque es costoso y aunque en parte es una iniciativa criolla para el mundo, pues Ramón Jesurún hizo parte del grupo de directivos que lo diseñó e implementó, no parece haber mayor interés en desarrollarlo en Colombia.

Lo cierto, es parte de la tusa mundialista, es tener que habituarse a tragar sapos por cuenta de los errores arbitrales de nuevo. A querer creer que los árbitros se equivocan por malos y no por otros intereses. A querer pensar que los jugadores no buscan engañar al juez, sino que, en serio, les cascaron. A soñar con que el VAR, más pronto que tarde, estará en todas las competiciones avaladas por la Conmebol.

 

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