Mucha bola

Fútbol, vida y muerte

Antonio Casale
28 de junio de 2018 - 02:00 a. m.

Ocho muertos y 73 lesionados dejó la celebración de la victoria de Colombia contra Polonia. Ya estamos tan acostumbrados a estas cosas que el titular de la noticia estuvo en segundo plano.

En esta columna posterior al partido reseñábamos la madurez deportiva que el país ha venido adquiriendo con el paso de los años, las victorias y las derrotas. Pero es evidente, mirando estas cifras, que nos falta mucho todavía.

En un mundo gobernado por los extremos, los panameños celebraron con tintes de fiesta su primer gol en un Mundial, a pesar de que se dio cuando perdían por 6-0 contra Inglaterra. Mientras tanto, los argentinos se hundieron en la pena tratando de delincuentes a sus representantes cuando perdieron contra Croacia. Después del juego contra Nigeria, Messi otra vez se convirtió en Dios. Debe ser la condición humana en general.

El fútbol mueve fibras, por eso nos lleva del timbo al tambo sin escalas, pero tenemos el deber de vivir sus emociones en su justa medida. No puede ser que ocho personas pierdan la vida en medio de una celebración que nos une como país.

Hoy Colombia definirá ante Senegal lo que a la hora de las conclusiones será un Mundial aceptable o uno malo. Lo primero será verdad revelada, con posibilidades de mejorar todavía más si se logra la clasificación. Lo segundo será sentencia si el equipo queda eliminado. Eso en términos de resultados, pero es que no podemos reducir la vida a pérdidas y ganancias, porque si fuera así solamente habría que revisar el marcador final después del partido. Es bueno aprender a disfrutar la trama más que el desenlace.

En ese sentido, y en su justa medida, hoy el equipo de todos tendrá la oportunidad de repetir la demostración de fútbol del pasado domingo cambiando un poco la tradición que dice que los nuestros, y no sólo los futbolistas, porque de alguna manera todos somos así, no somos regulares en el rendimiento. Un mal partido nos reta para el siguiente y uno bueno nos pone displicentes y en exceso confiados para el que viene. En eso también se ve la madurez.

Colombia ya sabe lo que tiene que hacer, el barco está estabilizado después de la tormenta japonesa y Senegal es un rival parejo, pero no superior. Esperamos muchos goles y cero muertos para seguir en la fiesta mundialista.

 

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