¿Futuro promisorio para Colombia?

Francisco Leal Buitrago
06 de marzo de 2018 - 04:00 a. m.

Dejando de lado la coyuntura crítica del país, con clientelismo, corrupción, clanes familiares —como en los departamentos del Caribe— y una clase política apropiadora del Estado para esquilmarlo, conviene pensar en un proyecto que podría adelantar el próximo gobierno, sin despertar suspicacias si se hace con transparencia. Se trata de reorientar el turismo como fuente básica de recursos, lo que podría implicar un futuro promisorio para el país.

Es bien conocida la complejidad regional del país, a la par con la inmensa biodiversidad que la acompaña, quizá la mayor de América Latina en términos relativos. Pese a desplazamientos internos de población, causados por violencias en décadas recientes, tales diversidades están acompañadas por otras de orden cultural. Acentos, costumbres, alimentación, música y otras cuantas cambian al recorrer pocos cientos de kilómetros. Las pésimas vías de comunicación que hacen parte de la historia nacional han servido, sin embargo, para mantener las diferencias culturales, incluso entre microrregiones.

En los últimos años ha habido mejoras importantes en vías primarias, no obstante la corrupción en licitaciones, contratos e ineficacia en controles oficiales. El colapso del viaducto de Chirajara es buen ejemplo al respecto. Sin el peso significativo de la degradada violencia política de las Farc es posible acceder a territorios que antes era un riesgo visitar. Sin embargo, aún quedan muchos lugares apartados sin Dios ni ley, donde delinquen narcotraficantes, mineros, bandas y reductos guerrilleros. Pese al gran tamaño en efectivos y recursos de la Fuerza Pública, no son claras sus proyectadas reformas frente a necesidades básicas de la sociedad en un futuro próximo.

Al dejar —por ahora— troncales de vías primarias que articulan grandes regiones del territorio nacional, la tarea debería orientarse a construir vías terciarias que conecten multitud de regiones aisladas que albergan poblaciones olvidadas. Buena parte de estas microrregiones son aptas para la agricultura, pero el costo del transporte de sus productos las hace inviables comercialmente. De ahí el auge del narcotráfico y la deforestación incontrolada para evadir el precario control estatal.

Un proyecto nacional de interconexión vial de regiones emblemáticas por sus paisajes, biodiversidad y entornos paradisíacos induciría el acceso del turismo con acompañamiento de redes hoteleras para visitantes de diferentes niveles de ingresos y empresas estatales propias de tal actividad. Además reduciría significativamente los costos de productos agrícolas de exportación de economías campesinas. De esta manera se solucionarían varios problemas a la vez, mediante un proyecto nacional avalado por el Estado. Incluso, la monotonía de extensos monocultivos poco amigables con la naturaleza y la salud —como la palma africana y la caña de azúcar—, que interrumpen la variada belleza de llanuras y ríos, podría enmendarse con el desarrollo de economías campesinas, que son más productivas y equitativas con poblaciones abandonadas por el Estado. Sería también una manera de comenzar a corregir el lastre de ser el país más desigual de la región y uno de los mayores del mundo.

Este es, sin duda, un reto realizable para quien resulte elegido entre los candidatos a la Presidencia, con acompañamiento de corporaciones públicas y autoridades de regiones y localidades que hacen parte de la complejidad de la diversidad del entramado nacional.

* Miembro de La Paz Querida.

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