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Las campañas de Fajardo, De la Calle y Petro han tenido avances muy significativos desde la medición de fuerzas el 11 de marzo en las elecciones parlamentarias. De la Calle reafirma lúcida coherencia con la paz, Fajardo realiza exitosa ofensiva en Bogotá y Petro llena plazas en las regiones. Así han logrado mostrar que el país no está condenado a reelegir la vieja política, sino que la nueva política tiene posibilidades reales.
Esas campañas recibieron un fuerte apoyo el 1° de mayo y las intervenciones de Humberto de la Calle, Claudia López y Ángela Robledo en la Plaza de Bolívar de Bogotá fueron recibidas con el grito unánime de ¡Unidad, unidad, unidad!
En el campo conservadurista, tradicional y emergente, se siguen produciendo alineamientos, el Partido de la U refuerza a Vargas Lleras y el agrupamiento Somos de Viviane Morales retira esta candidatura y se adhiere a la campaña de Iván Duque. Sin embargo, Duque experimenta un descenso notable, mientras Petro sigue ganando puntos y Germán Vargas, a pesar de la ola de vallas rojas, chicas en bikini repartiendo volantes y las proyecciones de Caballero, sigue rezagado.
Los debates convocados por medios de comunicación y universidades han sacado a flote los temas que preocupan al país: empleo, salud, educación, pensiones, seguridad, corrupción, problemas de frontera, extractivismo, comercio exterior, impuestos, hectáreas de coca, cumplimiento de acuerdos y otros diálogos de paz. En mi apreciación la orilla alternativa ha logrado imponer la agenda en el sentido de hacer ver que la economía, los negocios, el modelo, no pueden divorciarse de los derechos de la gente ni del cuidado de la naturaleza y que Colombia debe sintonizarse con la agenda global respecto al cambio climático.
Todos los candidatos quieren parecer de centro, siéndolo o no, pero marcando fuertes diferencias en lo que respecta a la firmeza con que gobernarían, anunciando seguridad pero sin estrategias claras para desmontar las estructuras de violencia que subsisten haciendo enorme daño como se ve en el fenómeno de los atentados a líderes sociales y en la toma de regiones enteras en departamentos como Nariño (Tumaco) o Norte de Santander (Catatumbo).
El preciado bien de la credibilidad está favoreciendo más a los alternativos que a los conservaduristas. El paso al centro de Duque y Vargas nadie lo cree, “la mona aunque de seda se vista mona se queda”; en cambio la seriedad de De la Calle, el compromiso de Fajardo y la voluntad transformadora de Petro van saliendo a flote airosamente.
Nadie puede seguir diciendo que De la Calle entregó el país a las demandas de terroristas; nadie, que Fajardo es intrascendente en sus posturas; nadie, que Petro es extremista. En esa ganancia de credibilidad están jugando un papel fundamental las mujeres candidatas a la Vicepresidencia: Clara López, Claudia López y Ángela Robledo. Ellas tienen peso propio y definitorio en sus campañas.
Dado que el espectro liberal-progresista-izquierda no hizo consulta sino que decidió llevar sus tres candidaturas en competencia libre, ahora se pregunta si la que tome ventaja va a ser rodeada por las otras dos. Ello supone que en primera vuelta van a resultar favorecidas una figura conservadurista y una figura progresista. Si esta suposición es corroborada por los resultados el 27 de mayo, el país estaría abocado a decidir en segunda vuelta, el 17 de junio, entre inercia y cambio, statu quo y apertura.
Este hipotético panorama es el que conduce a la consideración del gobierno de los tres. Solo puede triunfar uno, pero es posible que gobiernen los tres mediante un pacto programático de gobierno y de corresponsabilidad administrativa. Más credibilidad y más votos. El entendimiento de los tres reducirá limitaciones y potenciará capacidades.
Las causas de la paz, la transparencia y la justicia social y ambiental son inseparables. Se está viendo que la indignación creciente con el establecimiento en descomposición puede encontrar en esta oportunidad un canal efectivo de expresión. La opinión puede triunfar sobre la maquinaria. ¡Unidad, unidad, unidad!