Gary Becker para mi prima

Martín Jaramillo
18 de agosto de 2018 - 05:00 a. m.

Uno cree que la econometría es difícil hasta que se ve en la labor de despertar una niña de diez años para ir al colegio. He intentado, por supuesto sin éxito, llegar a consensos, debatir con diplomacia e incluso buscar un chamán al estilo burdo de Ernesto Macías. Pensando razones de por qué estudiar, y para no mencionar a Macías, le conté de Gary Becker, un nobel de Economía desbordado de humildad.

“Mira, Isabel, desde la época de Adam Smith, el padre de la economía, se dice que las habilidades de las personas tienen un efecto en la producción, pero por décadas los estudios nunca se enfocaron en los trabajadores. Gary Becker llegó a la economía estudiando el capital humano que terminó haciendo de la educación una prioridad en nuestra ciencia.

Él decía que para promover el crecimiento económico a largo plazo se requería una fuerte inversión en la educación y en salud, algo que olvidan nuestros gobernantes al darle poca importancia... Y lo olvidas tú también, prima, cuando dices que no quieres ir al colegio”.

“Pero, primo, yo no gano plata en el colegio, ¿cómo así que bueno para la economía?”.

“Isabel —le respondí—, hoy no ganas dinero, pero mañana ese conocimiento te permitirá hacerles la vida mejor a otras personas, ya sea siendo economista, médica, emprendedora o artista. Eso le trae beneficio a la humanidad y a ti, el dinero correspondiente para compensarte”.

“¿O sea que es bueno porque mejora la vida de las personas?”.

Le dije: “Si alguien puso a las personas en el corazón de la economía fue Gary Becker. Para él la economía tenía un sólo propósito: entender y aliviar la pobreza. La salud de los ciudadanos y los valores éticos nos permiten tener mayores ingresos y prestarles mejores servicios a otros en el futuro, por eso son indispensables para el crecimiento de la economía, aunque se demoren unos años en tener efecto”.

Yo no olvidaba que el propósito era convencerla:

“Pero mira, prima, según Becker la expectativa de vivir más tiempo nos da mayores incentivos de estudiar (por eso hoy estudiamos más que hace 50 años); si eres un ‘agente racional’, lo esperado es que quieras ir a estudiar”.

Isabel me miró algo confundida.

Insistí: “Becker notó que el año 1950 mostró aumentos significativos en la cantidad de mujeres estudiando derecho, finanzas o ciencias. La razón que encontró fue que la automatización del trabajo en casa les daba tiempo para estudiar.

Tú vives en una era donde lo mínimo que debes esperar es que el trabajo en casa, ya bastante automatizado, sea compartido en igualdad por el hombre; esa realidad era impensable para mujeres hace unos años. Eso te da una oportunidad histórica de estudiar y ser parte del aumento de capital humano, tan importante para salir de la pobreza. ¡Aprovéchala!”.

Terminé de hablar y al instante cayó dormida mi prima.

Siendo honestos, creo que mañana igual me costará levantarla para ir al colegio, aunque después de conocer a Gary Becker, hasta se merece el día libre.

#EconomíaParaMiPrima

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