Genocidio

Luis Felipe Henao
01 de noviembre de 2019 - 05:00 a. m.

El proceso de paz significó una enorme oportunidad para que el Estado recobrara la institucionalidad en los territorios. Las Farc fueron durante cinco décadas la guerrilla con mayor número de miembros y organización en América Latina. En cifras se desmovilizaron más de 9.000 personas que se incorporaron a la sociedad y se desmantelaron la mayoría de estructuras.

Sin embargo, el Estado perdió esa gran oportunidad. En vez de fortalecer la presencia institucional, se abandonaron muchas regiones a su suerte y finalmente sucedió lo que se temía: las Farc fueron reemplazadas no solo por disidencias y por el Eln, sino por narcotraficantes y bandas criminales que tienen a la población civil sitiada en muchos municipios. Cuatro regiones han estado en especial riesgo: Nariño, el Catatumbo, Urabá y el Cauca, que se han convertido en zonas de guerra.

En el Cauca se está presentando un genocidio en la cara de todos los colombianos. En los últimos meses han sido asesinados más de 15 líderes indígenas y una candidata a la Alcaldía en Suárez, y el propio Cartel de Sinaloa amenazó directamente al Consejo Regional Indígena del Cauca.

En la región se dice que quienes mandan son los carteles mexicanos, que se posicionaron como la principal autoridad en Suárez y Morales y están ingresando poco a poco a otros municipios como Toribío, Caloto y Corinto. Esta misma semana amenazaron al nuevo alcalde de Toribío y ya se dice que están buscando aumentar su control territorial. En los últimos meses han logrado además reclutar un ejército conformado por disidentes y miembros de las bacrim para hacer atentados terroristas en la región.

Económicamente los carteles llenaron el vacío de la desmovilización de las Farc apoderándose del negocio de la compra de pasta de coca, su procesamiento y exportación. Los campesinos tuvieron que ceder ante la presión, pero los indígenas se les han parado de frente y ahora están en la mira de un ejército de mercenarios a quienes les pagan por cada líder asesinado. La situación es cruda y tiene un nombre: genocidio.

El Gobierno Nacional debe darle prioridad inmediata a esta situación, estamos ante una invasión de los carteles mexicanos en territorios que en este momento no tienen Dios ni ley, es decir, más de la mitad de Colombia. Con o sin glifosato, es momento de emprender una lucha frontal contra el narcotráfico. Pareciera que la imposibilidad de fumigar implicó que todo el mundo se lave las manos con el problema. Si los colombianos no hacemos nada, estamos ante el genocidio más grande que se haya presentado en los últimos años en América Latina.

 

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