Golpe fallido, pero exitoso

Luis Carlos Vélez
06 de mayo de 2019 - 05:00 a. m.

Debe ser muy difícil para Maduro ver a los ojos a cada uno de los miembros de su círculo más cercano, especialmente a los líderes de las FF. AA. Después del intento fallido de la semana pasada para sacarlo del poder, las reuniones del gobierno deben sentirse como un nido de alacranes dispuestos a atacar. ¿Quién dijo qué?, ¿quién trabaja para quién?, ¿quién está conmigo y quién contra mí? Esa desconfianza generada es el verdadero éxito de lo ocurrido en los últimos días en Venezuela.

Aunque la estocada final planeada falló, sí ha dejado herido a Maduro. Es innegable que una cosa era el líder venezolano hace una semana y otra muy diferente es lo que es hoy. Primero, la semilla de la traición inminente ha sido depositada en el corazón del gobierno. Segundo, quedó claro que la estrategia para derrocar al heredero de Chávez trasciende a Juan Guaidó y que comprende múltiples actores. Y, tercero, que los militares se están dividiendo; lentamente, pero están empezando a partir filas.

La clave de este juego siguen siendo las FF. AA. Como en todo proceso de negociación similar, incluido el de paz con las Farc, sus líderes no están preocupados con lo que ocurra con el componente raso. Su verdadero interés está en qué pasará con ellos y sus fortunas. Varias fuentes nos aseguran que un tipo de indulto está conversado, pero lo más importante es lograr una salida en la que se vea a los militares como servidores fieles a la Constitución y no a Maduro o a Guaidó y ese embrollo legal pasaría por el reconocimiento de la Asamblea General por parte del Tribunal Supremo de Justicia.

Entonces, ¿por qué falló el movimiento la semana pasada? Lo más probable es que Guaidó se precipitó. Tal vez agobiado por informes de inteligencia que sugerían que el plan había sido descubierto por Maduro, decidió salir a las calles dos días antes de lo previsto y sin darles confirmación a los jefes militares de que el TSJ actuaría como lo indicado. Guaidó es un joven valiente, pero inexperto, como gran parte de su generación en Venezuela que no ha podido participar en la administración pública, por estar en manos del chavismo, ni en la privada, por estar moribunda.

¿Qué se viene? Esto es un proceso con cada vez más fuerza y desertores. La semana pasada también desapareció el director del Sebin, Manuel Figuera, no sin antes escribir una carta alegando sobre la rampante corrupción dentro del gobierno Maduro, mientras que alguien de inteligencia, probablemente la misma persona, le hizo llegar a The New York Times un jugoso dossier que detalla cómo Tarek El Aissami es un traqueto a carta cabal.

Así las cosas, ahí sí como quien dice, Guaidó perdió pero ganó; mientras que Maduro quedó en medio de la traición y la paranoia. Se vienen días difíciles, que dependerán no de las marchas ni de la supuesta invasión gringa, sino, única y exclusivamente, del bando que escojan los militares.

 

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