Gracias, Adèle

Catalina Uribe Rincón
07 de marzo de 2020 - 05:00 a. m.

La reciente ceremonia de los Premios César en Francia se convirtió en una de las más controversiales de la historia. Los miembros del jurado, pese a los reclamos y protestas tras su nominación, decidieron otorgar el premio de mejor director a Roman Polanski. Desde hace años, recordemos, Polanski tiene prohibido el ingreso a Estados Unidos por haber abusado de una niña de 13 años y ha sido acusado de abuso sexual por al menos cinco mujeres más. Pero poco valieron sus antecedentes. Así sin más, en pleno 2020, los encargados de entregar uno de los galardones más prestigiosos del cine francés decidieron premiar a un abusador.

La actriz y comediante Florence Foresti, presentadora del evento, no dudó en mostrar su descontento y abrió la ceremonia con: “Predadores, productores y caballeros con brazaletes electrónicos…”. Foresti no regresó al escenario después de la premiación a Polanski. Sin embargo, quien mejor capturó el malestar de la noche fue la actriz Adèle Haenel, quien se paró en medio del evento, gritó “vergüenza” y salió del auditorio. Justo a finales del año pasado, tras un proceso emocional largo y difícil, Haenel acusó al director de cine Christophe Ruggia por abusar de ella durante el rodaje de la película Les Diables.

El acto de pararse en medio del evento y gritar “vergüenza” fue replicado por centenares de medios de comunicación. La campaña “Merci Adèle” se volvió tendencia en redes sociales. Pero como no puede faltar el que cree que defender los derechos de la mujer hace parte de una pataleta, salieron también los defensores de Polanski y su premio. La reconocida Isabelle Huppert calificó de “linchamiento” las críticas contra el director polaco y dijo que las protestas se trataban de una “forma de pornografía”. Su voz se sumó a la de quienes afirmaron que la obra del director nada tiene que ver con su vida privada ni con los delitos que haya cometido.

Polanski recibió el prestigioso galardón y ganó el argumento de que el arte es independiente del autor y de su vida, que lo que se premia es la obra y no la moralidad del creador. Y quizá hay algo de cierto en el argumento: no por decentes son grandes los artistas. Pero también es cierto que hay muchos artistas decentes. Y que, de cualquier manera, artista e individuo están arrojados en la misma persona. Adèle Haenel, la artista y la niña, fue violada a los 12 años.

Desde pequeñas, a las mujeres nos enseñan a callar. Callar durante el chiste machista, callar durante el sutil toqueteo, callar durante el indebido coqueteo o simplemente callar para que otros hablen más duro. Callar y sonreír, claro está. Hoy le agradecemos a Adèle Haenel por mostrarnos la fuerza de un gesto tan simple. En teoría, no es difícil pararse e irse, pero la costumbre, lo que se espera, nos hace quedarnos quietas hasta que se nos olvida nuestra propia ira. Al ver el gesto en pantalla, ese gesto performativo contra la complicidad silenciosa de aquellos acostumbrados a atestiguar violencias, recordamos que es más maravillosa la tenacidad que la complacencia.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar