¡¡¡Gracias!!!

Aura Lucía Mera
02 de julio de 2019 - 08:45 a. m.

Grandes titulares ocuparon durante varios días los medios de comunicación con la salida de Germán Efromovich de la junta directiva de Avianca, aunque él siga siendo el mayor accionista de la empresa.

Los medios se regodearon y, como la noticia escandalosa es la que vende, se creó una especie de morbo sobre este hecho. Muchos se relamieron con el “fracaso” del empresario y corrieron toda suerte de rumores. La envidia, una de nuestras principales características, y esa sensación de bienestar con el mal ajeno, tan colombiana, regocijaron a varios.

Lo que esos personajes olvidaron fue que Germán Efromovich logró que Avianca, nuestra aerolínea, la colombiana, la de toda la vida, destinada a desaparecer del mapa por problemas económicos que la llevaron casi a la bancarrota, fuera rescatada para que pudiera seguir volando como ave fénix por los cielos de América y Europa, con una flota de aviones de última tecnología y el mejor servicio internacional.

Una acción arriesgada y casi quijotesca... algo inimaginable. Que un empresario nacido en Bolivia, hecho a pulso en Brasil, tuviera las agallas de “aterrizar” en Colombia y medírsele al reto gigantesco de comprar, mejorar y optimizar esta aerolínea, respetando su nombre y llevándola a alturas jamás soñadas.

He sido siempre fiel a Avianca. En las buenas y en las malas. Desde los DC-4 que bailaban entre los cúmulos hasta el Dreamliner que atraviesa océanos con majestuosidad y elegancia. Me sigue emocionando ver en los aeropuertos de Madrid, Nueva York, Quito, Miami y Barcelona las enormes naves de Avianca con sus colas rojas en las líneas de parqueo, esperándonos para el regreso a casa. Como si los aparatos fueran míos. Siento a Colombia en el corazón.

Recuerdo hace algunos años: Quito. Aeropuerto antiguo. Empecé a protestar en el counter porque no me habían respetado mi reserva en ventanilla y adelante y me habían lanzado al pasillo en la cola. Armé la gorda. Un señor bajito de camisa a cuadros observaba la escena. No le paré bolas. Con furia, ingresé y me senté al final. Antes de despegar, el mismo señor bajito y cordial se me acercó y me preguntó si quería ocupar un asiento en ventanilla adelante. Era Germán Efromovich en persona. Me cedió su ventanilla en primera fila y ocupó mi puesto en la cola...

Personalmente, le quiero decir gracias por haber rescatado a Avianca, por estar siempre pendiente del bienestar de cada pasajero, por lograr que el servicio nacional e internacional de la aerolínea sea impecable, por lograr que cada pasajero se sienta un ser humano tratado con calidez y amabilidad.

Avianca ahora tiene nuevos timoneles. Efromovich siempre estará presente como el gran papá, el rescatador, el poder tras el trono. Buena suerte y buen cielo a los nuevos dirigentes, Kinsgland y Kriete. Ojalá continúen con la mística y el amor que le puso Germán Efromovich. No todo en la vida son cifras. ¡El calor humano y el sentido de pertenencia son más importantes!

Posdata. Pregunto si existe un solo líder social que pertenezca al Centro Democrático... ¡Me da curiosidad!

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