Grandes retos, grandes logros

Ignacio Mantilla
14 de abril de 2018 - 08:15 a. m.

Cuando se termina una gestión, comúnmente se pueden mencionar grandes retos que quedan propuestos. Esto quiere decir que hay también grandes logros, pues unos y otros suelen estar en proporción directa. Y este es el caso particular de la Universidad Nacional. En efecto, al hacer el balance de los últimos seis años al frente de la rectoría, podría señalar ese paralelo de logros y retos en todas las áreas, sin embargo, me voy a limitar sólo a uno: la creación del Hospital Universitario Nacional.

En un casual sondeo con integrantes de distintos estamentos de la universidad, coincidimos en señalar que el gran logro de mi gestión como rector fue haber creado el Hospital Universitario Nacional, ya que representa la solución definitiva a la ausencia que padecía el área de la salud de la Universidad Nacional para los sitios de práctica de sus estudiantes, desde el cierre del Hospital San Juan de Dios. Así que, por primera vez desde su fundación en 1867, la Universidad Nacional tiene un hospital propio.

Pero conseguir este logro significó llevar a cabo muchas tareas y hacer nuevas apuestas. Para señalar sólo algunas, destaco la importancia de haber creado una corporación, en asocio con los exalumnos de medicina, para poder manejar el hospital, evitando así una carga financiera adicional para la universidad. Debido a la necesidad de obtención de recursos para poner en marcha el hospital, nos acercamos al Congreso de la República en busca del trámite de una ley que se materializó a finales de 2013, con la cual se aprobó una estampilla para la Universidad Nacional. Esta importante ley otorga recursos a todas las universidades públicas; es decir, como resultado de esta gestión en el Congreso, adicionalmente, las demás universidades públicas obtuvieron también un beneficio que no esperaban.

Consecuencia indirecta de la puesta en funcionamiento del Hospital de la Universidad Nacional, que nadie duda en señalar como proyecto de impacto tanto para la educación como para la salud, es que se espantó el fantasma que amenazaba con expropiar a la universidad los terrenos del campus Santa Rosa, ubicados en el CAN, para destinarlos al desarrollo del Proyecto de Renovación Urbana Virgilio Barco. Estoy seguro de que el hospital es también un gran aporte a la ciudad de Bogotá y que no habrá Gobierno alguno que se atreva ahora a reemplazar el Hospital Universitario por un centro comercial u otro proyecto urbanístico con fines de lucro.

El hospital entró en funcionamiento en 2016 y en el año 2017 se beneficiaron 1.646 estudiantes de diferentes facultades, que hicieron prácticas allí. Cuenta con 183 camas hospitalarias, 47 camas de unidad de cuidados intensivos o intermedios, ocho quirófanos y modernos equipos a los que destinamos la suma de $25.128 millones para su adquisición. La inversión de los últimos cinco años, para recuperar la edificación y poner en funcionamiento el hospital, fue de $76.386 millones. El servicio que ha prestado este nuevo centro es, a todas luces, sorprendente. Por ejemplo, si sumamos el número de atenciones prestadas, de todo tipo, desde consultas y exámenes hasta cirugías, obtenemos la impresionante cifra de 296.209 atenciones.

Pero el Hospital Universitario Nacional de Colombia no es una clínica más, por lo tanto debe también aportar los resultados que arrojen las investigaciones que allí se lleven a cabo en materia de salud. Prácticamente todas las unidades académicas de la Universidad Nacional, principalmente las de la sede Bogotá, participan de los proyectos de investigación que allí se desarrollan para contribuir al mejoramiento de la salud pública y al avance de las ciencias de la salud, pues hoy la investigación médica se nutre de todas las áreas que la universidad cultiva: medicina, odontología, farmacia, química, enfermería, estadística, economía, trabajo social, derecho, psicología, física, ingeniería, entre otras.

Pero como lo señalaba al iniciar, este gran logro del hospital está asociado a un gran reto, y en este caso, con los resultados mencionados, no hay duda de que la nueva tarea debe ser la construcción y puesta en funcionamiento de la segunda fase, para aumentar el número de camas hospitalarias a 600 y convertirlo en un centro que lidere la investigación médica que requiere el país.

Por fortuna, la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, se construye sobre lo construido y los frutos actuales son también el resultado de administraciones anteriores que tuvieron visiones acertadas e impusieron algunos de los retos que hoy puedo compartir como logros.

* Rector, Universidad Nacional de Colombia.

@MantillaIgnacio

 

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