Publicidad

Grecia: los costos de votar por el populismo

José Manuel Restrepo
05 de julio de 2015 - 02:03 a. m.

Lo que parecía la descripción de una película de horror en algunos de los países latinoamericanos que han apostado por el populismo (Venezuela por ejemplo), parece ser la novela que tienen que vivir los propios griegos. A diferencia de muchos de los primeros, en este caso quienes acompañaron a Syriza sabían perfectamente a qué se enfrentaban.

Sabían que ellos votaban por quien irresponsablemente quería renegociar la deuda pública de la Nación sin tener nada a cambio para enfrentar dicha negociación y llevando el país a eventuales impagos. Sabían que la propuesta incluía la sexy pero ineficaz política de gravar en exceso los grandes capitales y bienes de lujo, aun sabiendo que ello implicaba la salida de divisas y empresas de su país (incluida la absurda idea de un impuesto a la renta del 75%, que no es más que una tarifa confiscatoria). Sabían que implicaba un aumento significativo y no sostenible del salario mínimo y en los beneficios a los desempleados, así nadie explicara con qué recursos lo iban a financiar. Sabían también que se venían comedores comunitarios, desayunos y almuerzos gratis y ayudas de hasta el 30% de los ingresos de las familias para pagar hipotecas, además de rebajas a los bienes de primera necesidad. Todo lo anterior supremamente atractivo pero de nuevo no financiable por nada distinto que las populistas palabras de un candidato.

Obviamente lo anterior venía con supuestas e inviables reducciones al gasto militar, nacionalizaciones de la banca y sectores estratégicos, persecución tributaria a las iglesias, salidas de la OTAN y cierre de bases extranjeras. Temas inocuos que suenan muy atractivos y que de nuevo capturan la atención de la masa de la sociedad.

Lo único que no sonaba tan atractivo para captar votos era la salida del euro. Obviamente eso implicaba aceptar la inevitable realidad de ser una nación menos rica que sus vecinos y atentar directamente contra el orgullo propio de los griegos. Pero es esto justamente lo que se vendría ante los abusos de lo anterior, y los inevitables efectos de la irresponsabilidad de los nuevos gobernantes.

Quedan pocas reuniones y menos tiempo para que Grecia llegue a un acuerdo final con Europa y el Fondo Monetario Internacional y habremos de ver lo que se viene a continuación. Se aproxima una sin salida para el gobierno griego; de un lado retornar a una moneda empobrecida (dracma), con cero nivel de confianza y fuera de la zona euro; o permanecer en la zona euro, revisando los inútiles e insostenibles planteamientos en el momento de la elección y aceptar que el modelo de Alexis Tsipras no era mas que la inspiración de alguien en el que nadie ha debido confiar.

Hoy la propuesta de la Coalición de Izquierda y derecha radical de Grecia, como suele pasar con partidos como estos, parece un mal chiste. Hablan de austeridad y el 59% del PIB es puro gasto y desde 1976 se han triplicado los cargos públicos. Hablan del horror de los beneficios de seguridad social y de los años para pensionarse, pero tienen los mismos años que exige Alemania, con eso si bastante más beneficios que la mayoría de las naciones europeas. Hablan de la necesidad de más gasto publico, pero nadie les recuerda que hoy la deuda del país supera el 180% del PIB. Por eso la invitación a un referendo ad portas del default por parte del partido de izquierda radical griego fue la peor parte del chiste. No se dan cuenta de que ya ni siquiera Europa los toma muy en serio, porque se dieron cuenta de la forma como negocian.

De acuerdo con la teoría de la trinidad imposible de la economía, una nación no puede sostener simultáneamente tres objetivos: tasa de cambio fija, política monetaria autónoma y libertad de flujo de capitales. Por eso los países europeos entregan la política monetaria al Banco Central Europeo y por eso países como el nuestro o EE.UU. manejan tasas de cambio flexibles, pero garantizan las dos condiciones adicionales.

Pues bien, las únicas salidas, distintas a cumplir que tiene ahora Grecia son o salir de la zona euro, o hacer un control al flujo de capitales. Y efectivamente eso ultimo es lo que se viene a continuación mientras siguen perdiendo euros. En esta semana una buena proporción de cajeros automáticos en Grecia se quedaron sin dinero y han salido cerca de medio billón de euros del sistema bancario. Por eso no es extraño que llegue el modelo del “corralito” a convertirse en la única tabla de salvación griega a corto plazo, sin darse cuenta de que lo que sucede de fondo es la destrucción de confianza en el país.

Triste el resultado al que nos llevan las propuestas irresponsables de los radicales en el mundo entero. Triste también el costo de aceptar el populismo en una u otra nación.

 

jrestrep@gmail.com / @jrestrp

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar