“Haga el comercio, no la guerra” (Y elecciones)

Luis Carvajal Basto
19 de marzo de 2018 - 07:12 a. m.

La frase, parodiando a los estudiantes de mayo del 68, es de Donald Tusk, presidente del concejo europeo, y está dedicada al presidente Trump. Poner freno a la globalización en la era digital es tan absurdo como obligarnos a usar azadón teniendo disponibles tractores. La imposición de aranceles a aluminio y  acero es un paso  firme en su retorno al proteccionismo y puede  dar inicio a una guerra comercial global.

Curiosamente los países más perjudicados por la medida, Canadá, Brasil y Corea  del Sur, son sus  socios y amigos. Canadá y México, por ahora, no sentirán los efectos pero  sienten presión en las actuales negociaciones del  TLC. China y la Unión Europea  ven venir la siguiente medida: aumento de aranceles para sus productos tecnológicos y de comunicaciones.

Se trata del cumplimiento de sus promesas de campaña  para recuperar  empleos en Norteamérica, tal vez un centenar de miles en el mejor escenario, pero  hará menos competitivas otras industrias, por ejemplo la del automóvil, que utilizan esas materias primas pudiendo en ellas perder los empleos que lograría. Su encarecimiento en el mercado interno  tendrá un efecto perjudicial en la inflación.

El argumento  según el cual los aranceles europeos son más altos que los norteamericanos es cierto, pero, entre otras cosas, permite la estructura de precios en Estados Unidos ayudando a determinar niveles de ganancias y salarios.

Las reacciones de los demás países; una eventual respuesta en los mismos términos, imponiendo aranceles a las exportaciones norteamericanas, es el comienzo de una guerra comercial con consecuencias impredecibles, una de ellas podría afectar su sector, y sus exportaciones, de servicios que hoy representa casi el 80% del PIB de los Estados Unidos.

Esa guerra comercial  afectará a todos los ciudadanos del mundo en cuanto, además de cambiar la actual estructura productiva y de comercio global, incrementaría, en general, los precios, no solo de  materias primas. Todo esto ocurre en un momento en que la economía mundial  está  despegando, por fin, de la crisis de 2008  y espera cifras de crecimiento (F.M.I) cercanas al 3.9 % en 2018.Es una bomba contra crecimiento,  bienestar y  comercio globales.

Si su propia economía tiene números aceptables y señales alentadoras, desde el gobierno Obama, que no valdría la pena “arriesgar”, ¿Qué puede explicar una medida como esta?

El discurso proteccionista y neopopulista  encuentra una motivación real  en la manera como los flujos de comercio en la globalización, en ausencia de reglamentación, han afectado los ingresos de los Estados Nacionales, aumentando las ganancias  de muchas empresas pero  propiciando déficit  fiscal en casi todos los países; debilitando a los gobiernos. Un ejemplo de ello es el de Apple, empresa que  se comprometió a pagar 38.000 millones de dólares en impuestos en Estados Unidos por sus flujos de caja en el exterior. Y así…

Paradójicamente, este tipo de proteccionismo encuentra sustento teórico en el mismo David Ricardo, uno de los padres del libre comercio, quien estableció dos excepciones  en su teoría de las ventajas comparativas: defensa nacional  e  industria incipiente, ambas invocadas por el presidente Trump al informar la decisión. Sigue sorprendiendo pero marcando agenda: baja el volumen al tomar tinto con el dictador norcoreano pero lo sube declarando esta guerra.

En esta decisión, sin ninguna duda, el principal argumento es político: el presidente tiene sus pies en el actual mandato pero comienza a poner la mirada en su reelección. Para ello debe cumplir sus promesas electorales aunque el daño que pueda ocasionar a su propia economía sea, claramente, superior a sus beneficios.

@herejesyluis

Elecciones: un análisis  del comportamiento electoral de los colombianos el pasado 11 revela que: 1) La participación, respecto de las dos elecciones anteriores aumento casi  un 5%. Al llegar al 48.8% .2) El voto en blanco, contrario a especulaciones, se situó en sus niveles históricos llegando al 4.7% de los votos totales, como se pronosticó en esta columna. En cuanto a las preferencias políticas y arrastre en las elecciones de senado ganaron: el Centro Democrático y  Cambio Radical, aunque no cumplieron sus expectativas, y los Verdes (Mockus). Perdieron: el Partido Liberal, el Conservador, el Polo y la U.

En cuanto al “nuevo mapa político”, como dicen por ahí, es, en general,  muy parecido al  viejo: con nuestro presidencialismo arrollador el gobierno entrante, cualquiera sea, tendrá gobernabilidad, al menos en el congreso, asegurada.

Las dos consultas, y sus candidatos, ganaron, al adquirir protagonismo y lograr la atención de los electores. Descalificar ese hecho, argumentando interferencia de votantes ajenos, es, apenas, una opinión interesada. Desde otro ángulo, puede decirse, por ejemplo, que el efecto es un juego de suma cero.

Perspectivas: en la ecuación presidencial la incógnita por despejar es si las fuerzas de “centro” se “suicidarán” o serán capaces, pasando por encima de sus egos, de alcanzar, antes de  primera vuelta, alguna fórmula de unidad.

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