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Hecha la ley, hecha la trampa

Felipe Zuleta Lleras
07 de junio de 2020 - 05:00 a. m.

A esta altura del partido no tengo ni idea cuántos decretos con fuerza de ley, reglamentarios o resoluciones ha expedido el Gobierno Nacional en el marco de las emergencias económica y sanitaria. Se ha legislado sobre absolutamente todo y no hay un solo asunto que no se haya tocado. Todas las actividades económicas de una u otra forma han sido alcanzadas por la nueva legislación. En estos días hablaba con expertos y empresarios, y la mayoría me decían que es tan vasta la nueva normatividad, que no han sido capaces de asimilarla. Abogados laboralistas y tributaristas, por ejemplo, me cuentan que están saturados de consultas de sus clientes (grandes, medianos y pequeños empresarios), pues no saben cuáles son las ayudas del Gobierno ni cómo aplicarlas.

Los comerciantes no entienden el tema de los arriendos de sus locales, como en general les está pasando a miles de patronos. Mejor dicho, como dice un amigo mío: el exceso de gestión daña la gestión.

No quiero ser ave de mal agüero, pero en un país de avivatos y cacos como este, empezaremos a confirmar más temprano que tarde que muchos se están aprovechando ilícitamente de las ayudas y gabelas. Otros no se podrán beneficiar porque no sabrán cómo acceder a los créditos, subsidios y demás auxilios.

El presidente ha tratado de hacerlo bien y, claro está, con las limitaciones de un país con enormes dificultades. Veo la buena fe del Gobierno y sus ganas de lograr que los ciudadanos sufran lo menos posible por cuenta de la pandemia. Pero un Estado que ha sido históricamente ineficiente y ladrón no dejará de serlo porque el presidente decrete.

Hace años Carlos Lemos escribió un libro que se llamaba El Estado ladrón. El libro tuvo origen en una de sus magistrales columnas semanales que escribía en El Tiempo. Pues ese Estado ladrón del que hablaba el doctor Lemos en los años 80 es peor hoy.

Una cosa es lo que nos dice el presidente en las noches y otra bien distinta lo que pasa en la realidad. Los decretos finalmente acaban enredados por la burocracia perversa del Estado. Siempre aparecerá el “eficiente” funcionario que interpretará a su manera el inciso y el documento para negar la solicitud. Pero, claro, en el Estado ladrón no hay nada que no se pueda solucionar con plata. Por eso he sostenido que con el paso del tiempo sabremos que, desafortunadamente, la pandemia del coronavirus pasará en nuestra historia como la época de mayor robadera.

Súmele usted además todos los casos que a hoy están investigando la Fiscalía, la Procuraduría y la Contraloría. Algunos gobernadores, alcaldes y secretarios robando a manos llenas. A unos pocos de ellos al menos los agarran, pero al burócrata mando medio parapetado detrás de un cargo de tercer nivel será muy difícil que lo investiguen y condenen. Parecería que estamos en la época del a robar a robar, que el mundo se va a acabar. Como decía el maestro Darío Echandía: este es un país de cafres.

 

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