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Herta Müller

Aura Lucía Mera
21 de enero de 2013 - 11:00 p. m.

“No comprendo a García Márquez. Esa fidelidad hacia Fidel Castro pase lo que pase”. Así respondió en una entrevista de Francisco Oleso para la revista Proceso en 2011. Pero, ¿quién es esta rumana, Premio Nobel de Literatura en el 2009? Personalmente, su estilo me obsesiona. Cuando llegó su primer libro a Colombia, El hombre es un faisán en el mundo, quedé partida por un rayo . Me enteré de que el faisán, en Rumania, es un pájaro “perdedor”. No sabe volar. Es presa fácil de los cazadores. Hace un año encontré otro libro suyo En tierras bajas. Empecé a buscar en las wikipedias y en todos los medios para enterarme, para seguirle la pista. En frases cortas, Müller consigue abrir la mente como si estuviéramos ante una pantalla gigante. Logra que sintamos el viento cuando mece los campos. El aliento a alcohol y mugre se nos mete en las narices.

Desgraciadamente, en Colombia, fuera de unos pocos adictos a la lectura, sus dos libros, los únicos que nos llegaron, pasaron desapercibidos. Pero, sorprendentemente, y como todo es moda, las entradas a su conversatorio en el Hay Festival, que arranca arrollador este jueves en Cartagena, se agotaron. Muchos no saben quién es. Pero llegó.

Me apoyo para este artículo en respuestas concedidas a Proceso en el 2011. No quiero inventar nada. Pero esas respuestas nos muestran su fuerza interior. Su sensibilidad impregnada de dolor por esa dictadura de Ceausescu, que, como todas las dictaduras, de izquierda o derecha, “son paralelas. Iguales. Un par de zapatos, el uno izquierdo y el otro derecho”. Amenazada de muerte simplemente por escribir, sin nombrar, en metáforas cortas toda la desolación y el sufrimiento de seres privados de la libertad.

El nombre de Herta se lo debe a su madre, quien tuvo que pagar cinco años de trabajos forzados en la Unión Soviética, y que logró sobrevivir y no morir de hambre gracias a una amiga llamada Herta, que significa una deidad mitológica germánica, amiga que murió de hambre, y al recobrar su “libertad” se prometió dárselo a su hija. Jamás pudo digerir que su padre hubiera militado activamente en las S.S. de Hitler, así como la mayoría de los alemanes rumanos.

Herta Müller nació en 1953 en una pequeña aldea poblada desde el siglo XVII por alemanes, Nitchidorf. Desde muy joven, a la par de su amor por la literatura, rechazó desde el fondo de su alma el culto rendido a Ceausescu: “En todas las dictaduras, de derecha o izquierda, el individuo no existe. Y para que el sistema funcione, el miedo es el motor”.

“Sólo me puedo acercar a la realidad a través de las metáforas. Esas frases cortas que describen momentos terribles”.

Herta Müller, frases cortas. Que se suman a párrafos cortos. Que, repito, se abren a dimensiones insospechadas porque se cuelan entre los huesos, la sangre y el alma del lector. Mujer valiente, vertical, discreta. Insobornable. Todo un acierto de los organizadores del Hay Festival, que se viste de gala este jueves por la noche. Personalmente, siento que se me va a salir el corazón cuando la vea, desde platea, en el escenario del Teatro Heredia. No me imaginé jamás que la vida me iba a regalar semejante oportunidad. Y a ver si las librerías se ponen las pilas y nos traen todos sus libros. Creo que sufrimos de analfabetismo literario y estamos atrapados por los números de las calculadoras para poder leer... Nunca es tarde...

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