Construir democracia

Homenaje a Mario Bunge (1919-2020): hacia una nueva conciencia científica en América Latina (II)

Hernando Roa Suárez
11 de marzo de 2020 - 05:00 a. m.

“Soy contrario al estatismo; al monopolio de todas las actividades; pero también soy contrario al privatismo. Es preciso combinar los dos sectores, en beneficio común”. Mario Bunge.

Después de ocuparnos de sus reflexiones y aportes en torno a: El fortalecimiento de los sistemas científico-tecnológicos latinoamericanos y la satisfacción de las necesidades básicas, hoy cubriremos aspectos significativos de la presente entrevista. Veamos.

La supervivencia, la contaminación ambiental y la explotación incontrolada de los recursos naturales no renovables. H.R. ¿Qué hacer frente a las problemáticas de la supervivencia, la contaminación ambiental y la explotación incontrolada de los recursos naturales no renovables?

M.B. Es preciso que las grandes potencias se pongan de acuerdo en eliminar especialmente la carrera armamentista, sobre todo la nuclear. Aunque sería deseable un desarme total, el nuclear es prioritario porque una guerra nuclear acabaría con la biósfera. Debería buscarse el desarme nuclear total. En segundo lugar, puesto que la atmósfera y los mares no tienen dueño, porque circulan libremente por todas partes, deberían ser administrados por una agencia internacional. Por ejemplo, dependiente de las Naciones Unidas, para impedir que prosiga la contaminación atmosférica y la de los mares. Hay que evitarla no limpiando –hay muchas cosas que limpiar– hay que ser un poco más radical, no contaminar. Es decir, habría que intentar reciclar, transformar los desechos industriales in situ, o por lo menos cerca. Finalmente, la explotación desenfrenada de los recursos no renovables, tales como los minerales, en particular el petróleo, también podría ser controlada. Estos recursos deberían ser de propiedad de la humanidad; ser controlados para evitar desheredar a la posteridad. Los estamos consumiendo a una velocidad tal, que nuestros descendientes se quedarán sin recursos de ese tipo.

El petróleo está compuesto por moléculas tan complicadas, que es criminal quemarlas. Eso es lo que hacemos con los motores de combustión interna. Hay que buscar combustibles alternativos; de hecho, ya los hay. El hidrógeno es el elemento más común en el universo. En la tierra se encuentra combinado con el oxígeno, como en el agua. Se puede hacer electrólisis de agua usando por ejemplo la energía solar y extraer el hidrógeno del aire utilizándolo como combustión. Eso ya lo hace la firma Mercedes Benz en Alemania. No contaminan el ambiente, no consumen un recurso no renovable que es una de las fuentes de energía del futuro.

En cuanto a energía eléctrica, habrá que terminar totalmente con las usinas térmicas y finalmente también con las nucleares, porque éstas generan no solamente desechos radioactivos, que no sabemos qué hacer con ellos, sino que además producen plutonio con el cual se manufacturan bombas nucleares. Habrá que ir prescindiendo de las usinas nucleares y reemplazarlas por fusión. El hidrógeno y la fusión nuclear, podrían ser las energías del futuro.

Humanismo y ciencia. H.R. Sabemos por su trabajo histórico, consagrado y cuidadoso, que usted no es un frío científico, sino un humanista. Por esa razón quisiéramos preguntarle: ¿cuáles son los aportes centrales que las ciencias y las técnicas pueden dar a la humanización de las sociedades contemporáneas?

M.B. Creo que las ciencias y las técnicas que pueden mejorar la vida social y la vida de cada uno de los individuos que la componemos, son las ciencias y las técnicas sociales. Primero, comprender la sociedad, para después actuar de manera racional, conforme a planes de desarrollo nacionales, regionales y locales. Planes que den participación a toda la gente, que no sean impuestos desde arriba.

Soy contrario al estatismo; al monopolio de todas las actividades; pero también soy contrario al privatismo. Es preciso combinar los dos sectores, en beneficio común. Si bien, algunos recursos pueden ser de propiedad privada, otros deberían ser públicos o de propiedad internacional, de propiedad de la humanidad. Por ejemplo, los recursos no renovables, la atmósfera, los mares, etc., incluso la tierra. Creo que el Estado no debería ser empresario, pero podría impulsar la formación de cooperativas de producción y de consumo. Pienso en ejemplos tales como el Wolksbank, uno de los principales bancos alemanes; algunos bancos canadienses sólidos; las dos principales cadenas de supermercados suizos; la Federación Agraria Argentina y el Complejo Mondragón del País Vasco. Este reúne a cien empresas con bancos propios y escuelas de capacitación profesionales, haciendo frente exitosamente a la competencia fabricando, entre muchas otras cosas, electrodomésticos.

Observemos que la cooperativa fue elogiada en su tiempo por John Stuart Mill, el gran teórico del liberalismo, en su obra Principios de Economía Política. En el Tomo II hace un elogio encendido del cooperativismo, y en el Tomo I, lo hace del socialismo democrático, combinación del socialismo con libertad, que todavía no se ha logrado en ninguna parte. Es un programa para el futuro. Es como dijo alguien del cristianismo: no es que haya fracasado, sino que jamás se ensayó.

Las ciencias sociales pueden contribuir a la humanización de nuestra época. Primero, facilitando la comprensión de la sociedad, entendiendo sus mecanismos actuales y sus fallas y, segundo, diseñando utopías. Preimaginando organizaciones sociales posibles, que sean de beneficio para todos. Creo que ha habido ciertos progresos. En los últimos años los sociólogos han estudiado lo que estaba pasando en el Complejo Mondragón en el País Vasco. Otros han propuesto experimentos sociales como el impuesto negativo a la renta, impuestos muy interesantes. Algunos ingenieros del trabajo han diseñado empresas para mejorar la satisfacción laboral. En los Estados Unidos hoy, la mayor parte de los conflictos de trabajo no son para buscar aumento de salario; son para conseguir mejores condiciones de vida; son para alcanzar lo que usted decía: Humanizar. Hacer más humano, más soportable, más llevadero el trabajo. Al respecto, son muy útiles los experimentos hechos por la compañía Volvo, en Suecia y la Fiat en Italia.

Hay que terminar con el taylorismo porque la división del trabajo extremada embrutece; es una esclavización. Veamos un ejemplo constructivo. En la fabricación de automóviles en la Volvo, se ha visto que si se encomienda a un equipo el armado de toda una parte importante de un automóvil, si se va rotando el trabajo y se da participación activa a los obreros en el planteamiento de esa rotación, aumenta la productividad y mejora sobre todo la calidad. En gran síntesis: las ciencias sociales aplicadas, que llamo sociotécnicas: organización del trabajo, planificación de la economía, etc., evidentemente pueden contribuir a mejorar la vida.

roasuarez@yahoo.com

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